Rafael Daniel

Rafael Daniel en la cobertura a una de las visitas de Fidel a la provincia.

Rafael Daniel: Un periodista imprescindible

A los 70 años falleció el colega y amigo que prestigió el oficio con tanta laboriosidad, su quehacer multimediático y esa personalidad campechana que lo convirtió en un espirituano singular

Por: Elsa Ramos Ramírez

Porque cuesta escribirte y pensarte en pasado, lo diré a la manera en que tú mismo lo harías: falleció José Rafael Hernández Castellanos o debo decir, sencillamente, Rafael Daniel, el periodista de la televisión espirituana, el de Cuba o aún más a tu manera, el bizco de Agramonte, el hijo de Elena y Juan Rafael.

¡Caramba Daniel! Me siento extraña entre tanta luctuosidad. En estas líneas que buscan definirte en tu justa exactitud desde que esta madrugada una llamada telefónica me trajo la única noticia que podré escribir antes que tú. Sé que cuánto diga aquí sobre ti y como lo diga, lo admitirás desde la sinceridad  y la sencillez con que te conocí y te conocieron.

Lo diré a la manera de una colega. Cuestionado por unos y aplaudido por otros, controvertido y popular, te hiciste notorio y visible y ahora sería difícil no hablar de tu partida por más que no parezca injusta justo a punto de cumplir 71 años.

Por más que hace rato la muerte te rondaba en esa lucha inclemente que le plantaste hace meses al cáncer inoportuno, cuesta asimilarla en ti, por esa fuerza personal de encarar la vida, por esa forma de asumirla con el optimismo de quienes se resisten a dejarla aunque una enfermedad casi te impida caminar y oír los ruegos de los tuyos que te mimaron hasta tu último suspiro por más difícil que les fuera mantenerte en una cama.

Bastaría entonces resumirte en el hombre que hizo del periodismo un sacerdocio desde que cambiaste tus indumentarias de estibador, ayudante de albañil, maestro, instructor de teatro y hasta cantante por el de la pluma, la agenda, el micrófono.

Bastaría resumirte en el profesional que desde el empirismo, el talento y el conocimiento esculpió noticias y retrató el mundo en las ondas de Radio Sancti Spíritus y Radio Rebelde, las letras de Escambray, la vorágine de INTERNET  y la imagen de la televisión.

Bastaría decirte en el profesional de olfato natural que olía la noticia a kilómetros de distancia, que irrumpía sin protocolos en el espacio de las fuentes, el que fustigó con su verbo lo mal hecho o enalteció los hechos a la usanza de la objetividad o atrapó el mundo en documentales  y que un día quisimos compensar cuando te entregamos con justicia, el primer premio Por la obra de la Vida que dimos en Sancti Spíritus para gratificar en parte más de cuatro décadas de ejercicio profesional del más enjundioso de los avales.

No cabrían aquí los materiales que justificaron tus decenas de premios y reconocimientos en cuanto concurso recompensó tu sagacidad, emprendimiento, valentía y tamaño profesional que hicieron de ti un reportero cinco herramientas.

Y porque sé que lo tenías como la mayor de las gratificaciones, remarco aquí lo que te llevas como un privilegio: ser el único periodista espirituano que entrevistó cuatro veces a Fidel Castro, aunque para ello desafiaras los rigores de su seguridad personal.

De todas, una te hizo especialmente célebre. Aquella de la que se gestó la construcción del telecentro espirituano por decisión de Fidel, después de verte dando tumbos con aquella cámara vieja que te acompañó por años tus viajes a Santa Clara desde donde Sancti Spíritus, su quehacer y su gente pudieron verse.

Créeme. Hubiese querido hacer con esta crónica lo mismo que tú con aquella entrevista inventada que me publicaste sin consentimiento. Sé que desde la inmortalidad donde entraste hace solo horas, admitirás todo cuanto me ha tocado decirte sin remilgos.

Porque me sucedió como a todos los que nos acercamos a tu lecho en los últimos meses, no quiero pensarte casi sin vida. Me quedo con la imagen del Daniel intranquilo, vigoroso, intempestivo y luchador que hizo de la peña de la UNEAC un espacio imprescindible, que desafiaba protocolos, que construía primero la noticia, que hizo de los archivos el mejor de los aliados. Me quedo como con el Daniel, que sencillamente dejó su alma y su vida prendida en un oficio y una cámara de televisión.

(Tomado de Radio Sancti Spíritus)