Fidel Castro y el golpe a la conspiración batistiano-trujillista en Trinidad

Fidel en el antiguo cuartel de Trinidad, dirige las acciones para enfrentar la conspiración batistiano-trujillista.
Fidel en el antiguo cuartel de Trinidad, dirige las acciones para enfrentar la conspiración batistiano-trujillista.

Bajo la dirección de Fidel Castro, el 13 de agosto de 1959, en Trinidad fue derrotaba la conspiración batistiano-trujillista que pretendía truncar la naciente Revolución cubana. Fidel cumplía ese 13 de agosto, 33 años de edad, y celebró su primer cumpleaños ya en Revolución, en Trinidad, en pleno combate

Por: Enrique Ojito Linares

13 de agosto de 1959. En esa fecha la ciudad de Trinidad no abrigaba el ir y venir de turistas extranjeros que la colman hoy. Al atardecer de ese día, cuando en las casas las madres apuraban la comida, un avión de la fuerza aérea del dictador dominicano Rafael Léonidas Trujillo aterrizaba en el aeropuerto de la tercera villa cubana.

Muy lejos estaban de imaginar los conspiradores que en las cercanías de la pista se encontraba el líder de la naciente Revolución, Fidel Castro, observándolo todo, analizándolo todo. A su lado, Camilo Cienfuegos, Celia Sánchez y Demetrio Montseny, entre otros oficiales del Ejército Rebelde.

La aeronave C-47, conducida por Antonio Soto Rodríguez, piloto del avión donde había huido Fulgencio Batista el 1 de enero de 1959, venía atestada de pertrechos de guerra y con 11 personas, sumados exmilitares batistianos y mercenarios pagados por el dictador Trujillo. Ellos apenas eran la punta de lanza de la Agencia Central de Inteligencia y del Gobierno de los Estados Unidos, empecinados en derrocar la Revolución de verde olivo que apenas despuntaba.

Con certeza, los investigadores cubanos Andrés Zaldívar Diéguez y Pedro Etcheverry Vázquez han subrayado: “Aquel hecho ha trascendido como ‘la conspiración trujillista’, a pesar de que en su comparecencia ante las cámaras de la televisión al día siguiente, Fidel puntualizó que la participación del dictador dominicano en las actividades anticubanas era solo un aspecto circunstancial, ya que los verdaderos enemigos de la nación y de la Revolución eran ‘los intereses creados extranjeros’, forma eufemística para referirse al Gobierno de Estados Unidos”.

Al desmontar este hecho, los propios estudiosos recuerdan que el 26 de julio de 1959, durante la conmemoración del primer aniversario del asalto al Cuartel Moncada, Fidel había manifestado: “(…) nuestros enemigos son los grandes intereses, los grandes monopolios, los grandes intereses creados de la oligarquía internacional”. “En realidad —sostienen Zaldívar y Etcheverry—, la conjura a la que se asestaba un importante golpe constaba de diferentes tipos de acciones aprobadas desde la Casa Blanca, con objetivos que rebasaban las pretensiones del tirano dominicano”.

A finales de 1958, ante el inminente triunfo de las fuerzas rebeldes, comandadas por Fidel, el director de la CIA, Allen Dulles, en una reunión del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos el 23 de diciembre de 1958, había alertado: “Debemos evitar la victoria de Castro”.

Los mencionados investigadores esgrimen —al analizar la conspiración trujillista— que “el golpe definitivo a la Revolución hubiese sido asestado por los componentes paramilitares de la conjura, mediante el levantamiento armado de fuerzas del II Frente Nacional del Escambray, el control de unidades militares y policiales por antiguos oficiales de la derrocada tiranía que continuaban en servicio activo en el Ejército Rebelde y, finalmente, con la invasión por Trinidad de una brigada de exmilitares batistianos y la Legión Anticomunista organizada por Trujillo”.

A su debido tiempo, la dirección del país determinó neutralizar el complot. Específicamente, en La Habana, Managua y San Antonio de los Baños, el 7 de agosto se procedió a detener a los conspiradores fundamentales dentro de Cuba. El propio Fidel encabezó  directamente las acciones de captura de los conjurados en la capital del país.

En la jornada siguiente, las operaciones se trasladaron hacia Trinidad; en los alrededores de la ciudad habían sido desplegadas ya las Fuerzas Tácticas de Combate del Centro, comandadas por Filiberto Olivera Moya. Un pelotón se encontraba en la playa Ancón y otro en la de Inglés; como parte del complot, en esta última, una aeronave enemiga dejó caer armamento y otros medios bélicos el 11 de agosto.

Fogueado desde hacía tiempo como estratega militar, Fidel optó por hacerle creer al dictador Rafael Léonidas Trujillo, alias Chapita, que la parte meridional del centro de Cuba estaba controlada por los enemigos de la Revolución; en consecuencia, el tirano estimó que era el momento preciso para la invasión, como lo han subrayado los expertos en el tema.

Fuerzas Tácticas de Combate y de la Policía Rural Revolucionaria ocuparon la tercera villa y “con la ayuda de la población se simularon las condiciones de una plaza sitiada. Fue tan perfecto el escenario logrado, que resistió el 12 de agosto una inspección in situ del sacerdote Velazco Ordóñez”, han relatado Zaldívar y Etcheverry.

Con el aterrizaje de otro avión el día 13 había llegado la hora de colocarle el punto final al complot. Luego del arribo sobrevino el tiroteo; los combatientes Eliope Manuel Paz Alonso y Frank Hidalgo Gato murieron en el intercambio de disparos; debido a las heridas sufridas, el primer teniente Oscar Reytor Fajardo perdió la vida más de un mes después. Al enemigo se le ocasionaron dos muertes y heridos.

Al día siguiente, ante las cámaras de la televisión Fidel dio a conocer los detalles a la opinión pública. Era el mismo Comandante rebelde, que entre balas y tensiones, había celebrado sus 33 años en pleno combate.

(Adaptado de Radio Sancti Spíritus digital)