Carlos Manuel de Céspedes y el 10 de Octubre en La Demajagua, libertad naciente

Por: Arelis García Acosta

10 de octubre de 1868, el ingenio la Demajagua era un hormiguero de emociones. Armados de machetes, carabinas, trabucos e incluso lanzas de madera, cientos de manzanilleros acudieron al llamado de Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo. La independencia de la Patria sería declarada.

Al toque de la campana de bronce se reunieron entorno a Céspedes patriotas de las más diversas clases y estamentos sociales: hacendados, terratenientes, intelectuales, campesinos, sitieros, artesanos, incluso los esclavos del ingenio a quienes después de darle la libertad los dignificó con la condición de “ciudadanos” y los invitó a participar en la lucha emancipadora. Cuentan que emocionado señaló hacia el sol naciente por las laderas del Pico Turquino y manifestó que aquellos rayos anunciaban el Primer día de la libertad. Seguidamente fue presentada la bandera tricolor cosida por las manos amorosas de Candelaria Acosta. Allí Juraron vengar todos los agravios que recibiera la nación.

Cuba vivía el más luminoso y sublime día de su historia. Los 376 años de cadenas, látigos, y afrentas por parte del colonialismo español que le habían precedido y la coyuntura en que se produjo la rebelión separatista dieron lugar a que el hecho fuera seguido con atención por todos los cubanos. Se había forjado el primer día de la libertad.

Con este Grito de Independencia se hizo causa común y empezó hablarse de una nacionalidad con dimensiones mayores. Blancos, y negros, todos unidos, sentían el deber de crear una nación libre y soberana. A partir de ese momento la necesaria unidad y patriotismo para lograr la independencia daba signos irrebatibles.

Primero la Guerra Chiquita, gestada por José Martí, luego la revolución del 1933 hizo revivir las acciones libertarias que el imperialismo pretendió barrer de los campos cubanos. La Generación del centenario encabezada por Fidel Castro hizo posible este sueño nacido en las maniguas. El triunfo del primero de enero de 1959, quedó en la historia como prueba irrefutable de lo que puede la unidad del pueblo.

Hoy vuelven a repicar las campanas de la Demajagua, hoy se vuelve a escuchar el grito de “Viva Cuba libre”, hoy vuelve Céspedes a juntar la voluntad de los cubanos para defender lo que se ha edificado.

(Tomado de Radio Sancti Spíritus digital)