Manuel Ascunce Domenech y una sentencia que perdura «¡Yo Soy el maestro!»

Por: Ada González Curbelo

Limones Cantero, Trinidad. Transcurren los años y la frase ¡Yo Soy el maestro! perdura en la memoria de cubanas y cubanos.

Con apenas 16 años de edad, Manuel Ascunce Domenech, integraba las filas del Ejército de Alfabetizadores “Conrado Benítez”, que marchaba por llanos y montañas llevando con las letras la luz de la verdad.

Hoy justamente hace 57 años de aquel suceso, cuando el 26 de noviembre de 1961 una banda de contrarrevolucionarios irrumpió en la casa del campesino Pedro Lantigua, quien albergaba al joven maestro y a quien Ascunce enseñaba a leer y escribir.

Al preguntar quien era el joven, este sin temor contestó “yo soy el maestro”, palabras con las cuales firmaba su sentencia de muerte.

En Limones Cantero, finca Palmarito, en el municipio de Trinidad, ambos fueron torturados y asesinados vilmente. Su único delito, defender la Revolución.

La noticia corrió como pólvora encendida y la hizo pública el propio Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Al ofrecer los detalles del horrendo crimen, Fidel enfatizó: “el muchacho se llamaba, o se llama y se llamará siempre Manuel Ascunce Domenech”.

Atrás quedaron sus sueños e ilusiones de adolescente, el amor y la vida misma. La familia de los Lantigua también se vistió de luto.

57 años han pasado desde aquel triste día de noviembre, cuando el dolor se apoderó del lomerío trinitario y la sangre se convirtió en escuela para el futuro de la Patria.

En Limones Cantero, donde perduran la inocencia de Manuel y el ejemplo de Lantigua, aquel árbol de bienvestido conserva todavía las marcas del crimen. Y en el aire queda el eco de una sentencia que no muere ¡Yo soy el maestro!

(Tomado de Radio Sancti Spíritus digital)