Por: José Rafael Gómez Reguera
Aunque el quehacer artesanal en la ciudad de Trinidad y sus alrededores, al centro sur de Cuba, es algo cotidiano, visto con naturalidad por lugareños y visitantes, fechas como esta que se ahora se celebra, el primer aniversario de la declaratoria de Trinidad como Ciudad Artesanal del Mundo, devienen momentos especiales, por la significación de este título, entrelazando pasado, presente y futuro, y por las múltiples propuestas en marcha, algunas de las cuales podrán ser apreciadas por el público durante varios días.
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La artesanía es algo inherente a la Ciudad Museo del Caribe. Épocas pretéritas, llenas de limitaciones, convirtieron a la también llamada Villa del Táyaba en una zona cerrada al comercio exterior, en contraste con su esplendor precedente. Poco entraba. Muy poco salía. Se imponía potenciar la labor que cada cual sabía hacer mejor, las manualidades entre otras.
Sin querer hacer historia, en el pasado trinitario se mezclan el tejido habilidoso, sugerente y llamativo de la fibra del yarey, con la hermosura del barro trabajado a mano, cocido en hornos o no; las tallas en madera, las fabulosas obras de herreros y otros forjadores del metal, los inigualables deshilados, bordados, tejidos, y un sinfín de manualidades que permitieron mantener la economía familiar y trascender las fronteras de Cuba, como sucedió durante un buen tiempo y fue reconocido internacionalmente hace poco más de un año.
Abundan las historias de famosos personajes locales cuya maestría llega hasta nuestros días. Hay muchas de ellas contadas y por descubrir. Las investigaciones en curso así lo demuestran. Y si algo hay que destacar es la vitalidad con la cual ese quehacer artesanal, muchas veces enfocado a lo textil, pero que realmente trasciende ese ámbito, llega hasta nuestros días y concita la admiración del orbe.
Mas no todo queda ahí. Esfuerzos del proyecto Entre hilos, alas y pinceles, liderado por la artista de la plástica Yudit Vidal Faife, y más recientemente Urdimbre, con personas experimentadas y tras que aprenden de ellas y de sus ancestros, realzan la importancia de las tradiciones manuales de Trinidad, y las relanzan, como mismo sucede con la mayoría de los artesanos que trabajan, exponen y comercializan sus obras en los mercados de las plazas sureñas y lo que ofrecen los talleres de renombrados ceramistas.
Trinidad sigue de fiesta. Conseguida la condición de Patrimonio Cultural de la Humanidad, desde 1988, se imponía este otro título de Ciudad Artesanal del Mundo, en tanto los esfuerzos se encaminan para que, reunidos todos los elementos y potenciados aquellos que deben realzar la categoría, la Tercera Villa de Cuba se convierta en Ciudad Gastronómica del Mundo, una tríada que dará más realce a Trinidad y que ya se viene “cocinando” desde años atrás, tomó fuerte impulso con el Primer Seminario Gourmet Trinidad 2018 y proseguirá con su segunda edición prevista para el venidero mes de octubre.
Ciudad maravillosa por excelencia, privilegiado destino turístico de la Mayor de las Antillas, Trinidad deja atrás aquel pasado de miserias que paradójicamente preservó sus principales valores arquitectónicos y protegió su labor artesanal, y se redescubre. El futuro es suyo, de sus hijos y de una Cuba que fija su mirada, optimista, en el porvenir.