Hoy, homenaje a Manuel Ascunce y Pedro Lantigua en Limones Cantero

El alfabetizador manuel Ascunce, de solo 16 años de edad, y su alumno, el campesino Pedro Lantigua, asesinados por bandas contrarrevolucionarias hace 58 años.

Por: José Rafael Gómez Reguera

Como cada 26 de noviembre, la zona rural de Limones Cantero, en las cercanías del  poblado del Algarrobo, acoge el homenaje al alfabetizador Manuel Ascunce Domenech y a su alumno, el campesino Pedro Lantigua Ortega, en el aniversario 58 de su asesinato por bandas contrarrevolucionarias que sembraban el terror en las montañas del Escambray. Manolito solo tenía 16 años de edad. Era el año 1961.

La joven Revolución cubana decidió llevar el pan de la enseñanza hasta los más recónditos lugares de Cuba. La Campaña de Alfabetización, con la energía y el entusiasmo de maestros experimentados y de muchos que se sumaron a pesar de sus pocos años pero querían enseñar a leer y a escribir, se impuso a todas las dificultades, incluso las de las abruptas montañas escambradeñas.

Ser cultos para ser libres, sentenció nuestro Héroe Nacional José Martí. Y tal lema debía materializarse si la Revolución quería afianzarse, echar raíces desde las clases más desposeídas durante siglos, crecer cual planta que va retoñando y florece. Solo así llegarían a hacerse realidad los sueños de nuestros próceres, y el propio Programa del Moncada, expuesto por Fidel Castro Ruz.

Con meridiana claridad, allí se declaraba; “Cuba abraza a los que saben amar y fundar, y desprecia a los que odian y deshacen. Fundaremos la república nueva, con todos y para el bien de todos, el amor y la fraternidad de todos los cubanos. La Revolución se declara definitiva, recogiendo el sacrificio inconmensurable de las pasadas generaciones, y la vida en bienestar de las generaciones venideras”. Sería el punto de partida para otro documento fundador: La Historia me absolverá.

Pero tales preceptos no podían ser perdonados por los que acumulaban solo odio, fueron dueños y señores, explotaron y se enriquecieron a costa de los demás y del propio analfabetismo reinante por entonces, y vieron confiscadas sus propiedades mal habidas.

Monumento a Manuel Ascunce y Pedro Lantigua en Limones Cantero, Trinidad. Foto: archivo.

La Campaña de Alfabetización era imprescindible. Y allí estaba Manuel Ascunce Domenech, cuya vida fue truncada, junto a la de su alumno, en una de las tantas acciones terroristas aupadas por el Gobierno de los Estados Unidos.

Las primeras bandas contrarrevolucionarias armadas, se afirma, aparecieron en 1959 y estuvieron asociadas fundamentalmente a antiguos miembros de los cuerpos represivos de la tiranía que tratando de eludir la justicia de los Tribunales Populares, se internaron en zonas de difíciles accesos, más como una forma de escapar que de oponer resistencia organizada. Fue la etapa 1960-1961. Se internaron en el Escambray y sembraron destrucción y muerte.

Hoy Cuba entera recuerda a Manuel Ascunce Domenech, y desde las montañas de Trinidad, sus valientes palabras siguen  guiando a los que fundan y construyen, en pos del bienestar: “Yo soy el Maestro”.