En Trinidad aplausos desde el corazón

Cuba eriza de pies a cabeza y aplaude. Foto: Eduardo Sicilia.

Por: Ana Martha Panadés Rodríguez

A las nueve de cada noche, en Cuba los aplausos conjuran las distancias, la nostalgia, el dolor; es la hora de juntar las almas y desde el corazón ovacionar a médicos, enfermeros, laboratoristas, choferes, al joven soldado que higieniza, a la pantrista, a los hombres y mujeres que más allá de sus miedos, apoyan y salvan, una escena que también se repite cada noche en Trinidad. CUBA FRENTE A LA COVID-19

Bastó solo la primera invitación: después del cañonazo de las nueve en la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña a estremecer esta isla hermana, solidaria, con un batir de palmas por la vida; cada cual en lo más íntimo regala su gratitud a quienes para vencer la muerte han dejado atrás el regazo de una madre, la preocupación del esposo, la inocencia resguardada en casa.

Y es que el mundo es otro desde que un enemigo invisible desconoce fronteras y deja luto en todo el planeta; nació tan lejos, en China, y nosotros nos creíamos a salvo; hoy se sabe que anda solapado, aprovecha la cercanía entre las personas para atacar y multiplicarse hasta dejarnos sin aliento; entonces una mano devuelve la esperanza donde comienza la oscuridad; y esa mano toma otra y otra, se hace una cadena de esperanza y sanación.

Por eso los aplausos que también ennoblecen las noches silenciosas de Trinidad: por los cientos de almas buenas que no pueden quedarse en casa, que conducen a los enfermos, que limpian hospitales y pertenencias, que cocinan, que ponen a prueba su profesionalidad ante la urgencia; pero también por lo que siembran en el campo para que no falte lo imprescindible, por quienes garantizan servicios básicos, por los enfermos que se aferran a la vida, por nosotros todos que hoy nos reinventamos y descubrimos la belleza en los detalles.

Ya no importa donde nacieron los aplausos, solo cuenta que brotan del corazón de quienes no se dejan vencer por el egoísmo y se aferran a los sueños. Cada noche desde el balcón, una ventana, desde la misma habitación, no importa desde donde, volvamos a aplaudir por el amor y la esperanza, por la vida.