Día Internacional del libro: la cultura en nuestras manos

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Por: José Rafael Gómez Reguera

No es seguro que, en los tiempos que corren, todos los caminos conduzcan a Roma. Pero sí todos los libros nos llevan a incrementar la cultura, a adentrarnos en un mundo verdaderamente fascinante del que ya nunca podremos desprendernos, a fortalecer el intelecto, explorar mundos fascinantes, recrearnos, divertirnos, y siempre aprender. En tiempos de necesario aislamiento, ante la COVID-19, nada mejor que un libro. CUBA ANTE LA COVID-19 (I) (II) (III)

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El Origen del Día del Libro se remonta a 1926. El 23 de abril de 1616 fallecían Miguel de Cervantes y Saavedra, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega. También en un 23 de abril nacieron – o murieron – otros escritores eminentes como Maurice Druon, K. Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla o Manuel Mejía Vallejo. Por este motivo, esta fecha tan simbólica para la literatura universal fue la escogida por la Conferencia General de la UNESCO para rendir un homenaje mundial al libro y sus autores, y alentar a todos, en particular a los más jóvenes, a descubrir el placer de la lectura y respetar la irreemplazable contribución de los creadores al progreso social y cultural.

La Edad de Oro, de José Martí, libro imprescindible en cualquier hogar. Foto: Internet.

De seguro muchos de nosotros recordamos nuestros primeros libros, esos que nos regalaron o prestaron nuestros padres o abuelos. La lista sería interminable, pero en muchos casos coinciden con textos como La Edad de Oro, de nuestro Héroe Nacional José Martí; El Principito, del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry; Pipa Medias Largas (o Pippi Calzaslargas), de la sueca Astrid Lindgren; y muchos más, en una interminable lista, porque cada cual los asume a su gusto y de acuerdo con su cultura.

Lo cierto es que leer, desde tempranas edades, va seguido de esos cuentos que mamá y papá, o los abuelitos, son capaces de interpretarnos antes de ir a la cama. Porque más que leer, las tonalidades y los rostros cambian y los adultos devienen verdaderos actores para que los pequeñines se adentren en las historias, mientras más dulces mejor. Porque si de algo hay que huir es de las escenas terroríficas que luego traerán las desagradables pesadillas.

El Principito. Foto: Internet

Un poco más tarde pueden aparecer las visitas a la biblioteca, los préstamos de libros, el quehacer al interior de las escuelas y siempre, ese ambiente a favor de la lectura que debiera respirarse en cada hogar. Porque esos libros son nuestros mejores amigos, nada piden a cambio, salvo cuidados y un hojear amoroso, y aportan muchísimo en todas las etapas de la vida, de principio a fin.

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