Serafín Sánchez Valdivia, combatiente espirituano de las tres guerras

Por: Rafael Novoa Pupo

Serafín Sánchez Valdivia nació el 2 de julio de 1846, en el seno de una familia espirituana de acomodada posición económica. Su juventud transcurrió entre la ciudad y el campo.

Realizó sus primeros estudios en un colegio jesuita de su ciudad natal. Años más tarde, logró graduarse de agrimensor, pero siempre anheló ser maestro, labor que desempeñaría además en medio del fragor de la guerra, alfabetizando a soldados, campesinos y esclavos.

Con el levantamiento de Carlos Manuel de Céspedes en el Ingenio La Demajagua el 10 de octubre de 1868, Serafín establece contactos con los principales jefes de la insurrección en Sancti Spíritus, alzándose en armas contra el colonialismo español el 6 de febrero de 1869. Cuatro días más tarde recibe su bautismo de fuego en Mayajigua y poco después luchó en los combates de Chambas, Naranjo y Cascorro.

Luego se une al mayor general Ignacio Agramonte y a Máximo Gómez, demostrando su índole de luchador incansable, por lo que es ascendido de grados rápidamente, hasta alcanzar la más alta jerarquía en el Ejército Libertador cubano.

Mantuvo muy buena amistad con Gómez y José Martí, quienes lo consideraban un hermano. Fue protagonista junto al general Ramón Leocadio Bonachea de la firma en Hornos de Cal de la Protesta de Jarao, en la cual muchos cubanos del centro de la isla se opusieron al Pacto del Zanjón y manifestaron sus deseos de continuar la guerra por la independencia.

Al inicio de la Guerra Chiquita, Serafín Sánchez tomó las armas en Las Villas para seguir el movimiento revolucionario que se había iniciado en el Oriente de la isla. Al fracasar esta se trasladó a Santo Domingo junto a Gómez y luego viajó a Estados Unidos y a Cayo Hueso, donde se destacó como colaborador de Martí para organizar la Guerra Necesaria (1895-1898).

Al estallar la guerra necesaria, Serafín Sánchez fue sin dudas junto a Gómez y Antonio Maceo Grajales uno de los principales jefes de la gesta del 95, mostrando en todo momento, un alto sentido de pensamiento y una amplia visión política.

El 18 de noviembre de 1896 Serafín Sánchez Valdivia protagonizó en el Paso de Las Damas su último combate que duró más de tres horas. Convencido de que el objetivo estratégico se había cumplido, ordena la retirada y en ese fatal momento una bala de máuser enemiga hace blanco sobre su cuerpo, desplomándose sobre los fuertes brazos de José Inés Fernández, quién escuchó como los demás que le rodeaban el último mensaje y la última orden del jefe mambí: «¡Me han matado, eso no es nada que siga la marcha! Eran las cinco y quince de la tarde cuando expiraba el más grande caudillo espirituano de las tres guerras de Independencia.