Carlota, operación solidaria cubana con nombre de mujer

Por: Alipio Martínez Romero

Una deuda de honor solidario con la humanidad convocó a los cubanos a luchar nuevamente en otras tierras del mundo por solicitó de un amigo de la Patria de Martí, Maceo y Fidel, para preservar y defender la soberanía e independencia de su nación, era Agostiño Neto, entonces máximo dirigente del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA).

A ello se opusieron los gobiernos de Zaire y Sudáfrica confabulados con las grandes potencias que codiciaban las riquezas y recursos naturales diseminados por la inmensa geografía del hermano país, la gesta logró además la liberación de Namibia y el fin de la política ingerencista del Apartheid en Sudáfrica.

En ese instante prevaleció el decisivo altruismo y los fraternales sentimientos de todo un pueblo en revolución al organizar la Operación Carlota, nombre de la misión militar de Cuba, la mayor campaña bélica latinoamericana en otro continente en toda la historia. En esa epopeya todos cumplieron la terminología revolucionaria, ninguno, ni los prisioneros se rindieron ante el enemigo, muchos aislados de sus unidades y compañeros de lucha en el fragor de la contienda, al mantener su espíritu combativo se convirtieron en su propio Comandante en Jefe.

Para preservar la soberanía de la africana República Popular de Angola, se honró la memoria, el ejemplo y sacrificio de esa esclava criolla, símbolo de las sucesivas rebeliones como la de los ingenios Triunvirato, Concepción y Acana de Matanzas,la Atenas de Cuba.

En esa zona occidental como en otras de la isla caribeña muchos hombres de piel negra con los nombres de Eduardo, Evaristo, Narciso o Felipe, eran oprimidos, pero también junto a ellos en los movimientos de sublevados durante la transición de la sociedad cubana en el camino revolucionario por la independencia se distinguieron además de Carlota, otras mujeres entre ellas Juliana, Lucia, Fermina y Filomena.

El nombre de Carlota para la Misión Militar cubana en Angola fue un homenaje para aquella mujer que, por su vigor y valentía, forma parte del patrimonio cubano de rebeldía contra la opresión.

Al final la brava Carlota fue asesinada al ser atada viva sus extremidades por cuatro caballos que tiraron en sentido contrario hasta descuartizar su cuerpo de mujer guerrera del siglo XIX, pero su acción constituyó una epopeya, su dimensión heroica de negra, de esclava libertaria trascendió a nuestros días. Es como si en el decursar del tiempo sus rebeldes huesos, junto a los demás sublevados se levantarán en armas en reciprocidad con los africanos que fraguaron con su vida el pedestal de la tierra del Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes, de Mariana Grajales Coello la Madre de la Patria y del Héroe Nacional de Cuba José Julián Martí Pérez.

Pues el clamor de los tambores con los que de julio a agosto, se comunicaron e interpretaban con la elocuencia ritmica propia de sus ancestros lucumí, fula o gangá, y después repercutieron aquel 5 de noviembre de 1843, volvieron a sonar con su contagiosa energía al repercutir nuevamente como tañer de campanas de ingenios de La Demajagua, en la misma fecha, pero de 1975, cuando la sangre cubano- africana ardió en las venas y latieron los corazones hermanos abrazados por las añoradas ansias de libertad.

Su principal protagonista, el propio Comandante en Jefe de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz, al conocer la muerte el 4 de noviembre de 1975 de varios compatriotas asesores militares en enfrentamiento con invasores en el lugar conocido como Caporolo, organizó y dirigió las acciones al ordenar el traslado a Luanda capital de Angola, del primer contingente de unidades de combate por vía aérea y naval .Esas huestes en total sumaron unos 300 mil cubanos los cuales manipularon las armas y equipos ,en una de las más espectaculares hazañas de la guerra en la historia del arte militar contemporáneo.

De ellos una cifra superior a los 4 mil trinitarios de la otrora Región Escambray, seguidores del ejemplo de Enrique Montalván Aparicio, primer internacionalista del territorio al centro sur de la nación, caído gloriosamente en la Guerra Civil de España en 1936, fueron procesados para participar en esa epopeya librada en casi 16 años, entre 1975 y 1991 con la salida de tierras africanas del último soldado cubano participante en esa contienda sin precedentes.

De este modo se frustró una invasión de Sudáfrica por su frontera sur, nación confabulada con los Estados Unidos y el gobierno del dictador Mobuto en Zaire, quienes prepararon y armaron a las fuerzas antigubernamentales de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), dirigidas por el traidor Jonas Saviimbi, al promover acciones por diferentes puntos de la extensa geografía angolana, y así consumar su soberanía.

En solemne ceremonia nacional el 7 de diciembre de 1989, en el mausoleo erigido a la memoria del Lugarteniente General del Ejército Libertador, Antonio Maceo Grajales, en el Cacahual, fueron expuestos los restos de combatientes internacionalistas en representación de todas las provincias y el municipio especial Isla de la Juventud. Cuba acogía en su seno, una vez más, las sagradas cenizas de sus más consagrados hijos.

Durante esos tenebrosos días, semanas, meses y años de combate por la libertad de los pueblos africanos, ofrendaron su sangre generosa y perdieron la vida 2 mil compatriotas, 23 de este municipio sureño, cuyos restos se repatriaron en la antes señalada Operación Tributo.

Aquí en este terruño glorioso del General de las tres guerras mambisas del Ejército Libertador Cubano, Lino Pérez Muñoz, nuestro patriota insigne, familiares, amigos, los miembros de las organizaciones políticas y de masas, los integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, del Ministerio del Interior y de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, desde el Circulo Social Obrero Héctor Ruiz Pérez, donde se le rindieron honores , acompañaron el traslado de los féretros con los restos mortales hasta el Panteón de los Caídos por la Defensa en la necrópolis municipal Simón Bolívar.

El sacrificio para nada fue en vano, irrigó para siempre con matices rojos el respeto y admiración de quienes en el planeta admiran la dignidad y la justicia con la mirada en un posible futuro mejor como abogaba el Comandante en Jefe, o al decir del General de Ejército Raúl Castro, al calificar la misión de Angola: una página honrosa en la historia de la solidaridad entre los pueblos, del internacionalismo, de la contribución de los cubanos a la causa de la libertad y del mejoramiento humano.