Día del Educador en Cuba: la patria primero

El maestro, lo primero. Foto: Ana Martha Panadés.

Por: José Rafael Gómez Reguera

Educador es una palabra con muchos significados. Bien lo sabemos los cubanos que hemos privilegiado la educación, porque el maestro es lo primero. No solo imparte conocimientos sobre materiales de ciencias y letras, sino que también prepara para la vida, como una extensión vital de la familia.

Desde el hogar, los pequeños se embriagan con normas de convivencia y con conocimientos transmitidos por las generaciones que les han precedido. Y es la escuela la que tiene la misión de cumplimentar esa tarea, en una conjugación que no cesará ni siquiera con la culminación de estudios técnicos o universitarios. La educación nunca cesa en un ser humano.

Son los maestros esos seres especiales que dedican cada minuto de su existencia a su sublime misión de enseñar y de inculcar hábitos y habilidades que perduran, y devienen anécdotas que cada cual guarda en lo más recóndito de su ser, unas más alegres que otras, pero todas aleccionadoras.

En cada escuela hay un pedacito de esa patria grande que es Cuba, con la esfigie de Martí, el Himno de Bayamo que resuena cada mañana mientras majestuosa se alza la Bandera de la Estrella Solitaria, y cerca, el Escudo de la palma real nos recuerda esos campos redentores desde donde se alzó la hidalguía para conquistar el porvenir.

La Isla entera es, cada mañana y cada día, como esa bandera que ondea al viento, símbolo de libertad y esperanza, con un presente que se forja en las aulas del campo o de la ciudad, gracias a nuestros maestros, esos que reverenciamos cotidianamente y que en fechas como esta, son agasajados como los más diestros de un taller del que salen los más preciosos diamantes, esos que entraron siendo solo carbono.