Camilo Cienfuegos, siempre entre nosotros

Por: José Rafael Gómez Reguera

Camilo Cienfuegos Gorriarán siempre estará entre nosotros. Su vida y obra constituyen paradigmas para los cubanos que admiramos su sencillez y entrega absoluta a la causa revolucionaria.

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Imposible olvidar a ese niño travieso que quiso ver cómo era un ciclón, o al estudiante de San Alejandro con aptitudes artísticas echadas a un lado por necesidades económicas de su familia, y por ello devenido trabajador de una sastrería.

Hoy cumpliría 89 años, si no hubiera sido por aquel fatídito accidente de octubre de 1959, cuando su avioneta se perdió en el mar, en ese mar que cada octubre llenamos de flores en hermoso gesto de recordación, de una punta a otra de la Isla por la que estuvo siempre dispuesto a ofrendar su vida.

Convencido de la justeza de la Revolución, los versos de Bonifacio Byrne, en su voz, exactamente dos días antes de su desaparición física, constituyeron una arenga inolvidable para la multitud congregada frente al otrora Palacio Presidencial de La Habana: “Si desecha en menudos pedazos / llega a ser mi bandera algún día…/ nuestros muertos alzando los brazos / la sabrán defender todavía!”

E imposible olvidar a ese amante de nuestro deporte nacional, el béisbol, en aquella memorable ocasión cuando, en julio de 1959, se encontraban dos equipos, en el hoy Latinoamericano, conocido entonces como el Estadio del Cerro. Se pactó un juego de exhibición entre el equipo de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y los Barbudos, una selección integrada por miembros del Ejército Rebelde. Se anunciaron como lanzadores a Fidel Castro y a Camilo Cienfuegos.

Pero cuando el Señor de la Vanguardia entra en el terreno, lo hace con el uniforme de Barbudos y una mascota de receptor. Los periodistas se le acercan. “Yo no estoy contra Fidel ni en un juego de pelota”, declara el Héroe de Yaguajay.

Así permanece entre nosotros la imagen de Camilo, con su sombrero alón y su eterna sonrisa. Con esa voluntad de que la Revolución no se detendrá.