Por: José Rafael Gómez Reguera
Trinidad celebra su cumpleaños 506. La Tercera Villa de Cuba vive momentos de esplendor, con un significativo desarrollo de instituciones culturales, además de no pocos proyectos que le dan realce a sus costumbres, leyendas y tradiciones. Cada rincón, calle, plaza o plazuela es parte de nuestra historia, de lo que el hombre ha edificado a lo largo de algo más de cinco siglos.
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Enamora lo mismo la salida que la puesta del sol, bien sea en la ciudad o en el litoral sur. Encantan las centenarias torres del antiguo convento de San Francisco de Asís, hoy Museo Nacional de la Lucha Contra Bandidos, o el alto puntal de la Iglesia Mayor Santísima Trinidad, que dominan el panorama desde casi todas partes.
Pero igual que el Centro Histórico, el actual centro urbano de la Villa, la Plaza Carrillo y sus alrededores, con el parque Céspedes en primer lugar, y el antiguo Ayuntamiento, hoy sede de la Asamblea Municipal del Poder Popular, constituyen punto de referencia para lugareños y visitantes.
Es Trinidad la ciudad de los encantos, con sus calles empedradas que resisten el paso del tiempo, sus grandes palacios y palacetes alrededor de la Plaza Mayor, tranquila la mayor parte del día, entusiasta por las tardes y las noches, dada la alta afluencia de turistas.
Y es lógico, pues Trinidad clasifica como uno de los más importantes destinos turísticos de la Mayor de las Antillas, reconocida como Monumento Nacional de la República de Cuba, Patrimonio Cultural de la Humanidad junto a su Valle de los Ingenios, Ciudad Artesanal del Mundo y Ciudad Creativa, títulos estos tres últimos otorgados por la UNESCO.
De paso, vale recordar que el Valle de los Ingenios, que acogió decenas de fábricas de azúcar de diverso tipo, constituyó la base para el florecimiento de la Villa. La producción de azúcar y de otros productos a ella asociada, se convirtieron en la base de la economía local, y hasta hace pocos años funcionó el último de los ingenios, el central Trinidad, luego denominado FNTA, fundado en 1892 y que debe su nombre a la primera Federación Nacional de Trabajadores Azucareros de Cuba, devenido hoy génesis de un museo de esa temática.
Desde la parte montañosa, en cuyas faltas se ubican actualmente dos hermosos hoteles, Las Cuevas y La Popa, se divisan hermosas vistas de Trinidad. Lo mismo sucede desde la parte más baja hacia las montañas. No hay un pedazo de este suelo que no sea fotogénico. El amor de sus gentes ennoblece la ciudad, y la preserva como un tesoro invaluable.
