Por: Ana Martha Panadés Rodríguez
La noticia conmocionó a los cubanos y cubanas. Tres turistas italianos hospedados en un hostal de la ciudad de Trinidad resultaron positivos al virus SARS-CoV-2. Era el 11 de marzo de 2020. Días después el grupo temporal de trabajo para el enfrentamiento al nuevo coronavirus en el país puso en práctica la estrategia contra la pandemia, adecuada a diversoscontextos epidemiológicos y protocolos sanitarios.
Las rutinas cambiaron y muchos sueños debieron aplazarse en esta ciudad cosmopolita y turística que, un año después, enfrenta un escenario sanitario complejo a causa del rebrote y la gravedad de los indicadores: 73 casos activos y una tasa de incidencia de 94.5 por cada 100 mil habitantes.
En esta etapa los jóvenes, los niños, los ancianos, las amas de casa, todos, aprendimos a protegernos del virus, aunque la disciplina y la responsabilidad todavía no son suficientes. La prueba está en el incremento de contagios durante los tres primeros meses de este año y también el número importante de enfermos sin fuente de infección precisa.
El recuento de las estadísticas remonta a los primeros cinco casos a partir del comienzo de la pandemia: cuatro turistas y un solo cubano positivo, etapa en la cual fue posible controlar la pandemia en este sureño territorio cuando el resto de las provincias vivió momentos muy tensos.
Pero la segunda oleada del virus llegó a la ciudad en el mes de septiembre y se “hospedó” el hotel Village Costasur, donde se declaró el primer evento de transmisión local que afectó principalmente a residentes en otros territorios espirituanos, pues solo cuatro trinitarios resultaron positivos; mientras el segundo evento de este tipo -en la agencia Taxis Cuba- disparó los guarismos -54 confirmados- y demandó un esfuerzo tremendo del sistema de salud y el Consejo de Defensa Municipal para sanear los indicadores.
“Al cierre del año -recuerda la doctora Yanisleidi Turiño Lema- directora de Higiene y Epidemiología- se diagnosticaron solo 58 personas con la enfermedad y en toda esa etapa se evidenció un control del nuevo coronavirus, lo que nos permitió disfrutar de una estabilidad sanitaria y cierta tranquilidad para todo el personal de la salud”.
Y cuando muchos se sintieron confiados en medio de la nueva normalidad y hasta se olvidó el rigor de las medidas para contener la transmisión del virus SARS-CoV-2, a finales del mes de enero comenzaron a aparecer nuevos casos – a cuenta gotas- pero era solo el preludio de un repunte que mantiene en tensión a epidemiólogos, médicos, autoridades del Partido y el Gobierno, a directivos y en general a todos los trinitarios.
Por primera vez se trabaja en 15 controles de foco en la sureña localidad con una importante dispersión de los casos en todos los consejos populares de la ciudad e incluso en poblados rurales como Condado, Caracusey, Meyer, Manaca, Topes de Collantes y la comunidad del FNTA, apuntó la especialista.
Turiño Lema agregó que la poca disponibilidad de capacidades en los centros de aislamiento para contactos de casos positivos obligó a adoptar nuevas estrategias y se decidió establecer la vigilancia de estas personas en el propio hogar; por lo que en estos momentos permanecen en esa condición alrededor de 170 trinitarios controlados desde la atención primaria de salud.
Paradójico resulta para algunos, esta vuelta a los inicios de la pandemia en un territorio que logró controlarla por mucho tiempo; tal vez para recordar que las únicas vacunas de las cuales disponemos hoy siguen siendo la disciplina, la responsabilidad, el cuidado de la salud y la solidaridad tan raigal en los cubanos, que nos hace resistir y confiar en la victoria, doce meses después de angustias y certezas.