Por: Ana Martha Panadés Rodríguez
Obdulia Altunaga – más conocida por Yuya- extraña los días en que el Museo Romántico, en el corazón de la ciudad de Trinidad, abría sus puertas al proyecto Urdimbre. Hasta el majestuoso palacete llegaban visitantes de medio mundo a apreciar la maestría de estas mujeres y también hombres en el arte de deshilar, tejer y bordar.
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La pandemia cuasada por la COVID-19 ha significado un fuerte impacto para la creación artítica que en la sureña localidad es prolífica, especialmente la artesanía, expresión del talento de los trinitarios y trinitarias y de la honda tradición de las manualidades, devenida- a partir del boom turístico- sostén económico para no pocas familias.
Sobre estas realidades de las cuales también es responable el coronavirus se reflexionó en el foro virtual convocado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, (UNESCO), que contó con la participación de expertos de dos de las urbes cubanas integrantes de la Red de Ciudades Creativas.
En el foro, el director de la Oficina del Conservador de la Ciudad y el Valle de los Ingenios, Duznel Zerquera Amador, confirmó los costos económicos que ha significado virus SARS-CoV-2 en una ciudad que recibía a más de 700 mil visitantes anuales, con efectos significativos además en las actividades gastronómicas y de alojamiento.
Por ello, entre las iniciativas que ven la luz bajo el fuego cruzado de la pandemia, Zerquera Amador mencionó la creación del proyecto Mujeres tejiendo su futuro, dedicado a la formación y perfeccionamiento de las técnicas, así como a potenciar exportaciones que ayuden a reducir el impacto económico de la COVID-19.
Si bien la emergencia sanitaria limita las posibilidades de comercialización y por ende, de generar ingresos, la creatividad no abandona a los artistas locales que encuentran nuevos públicos y espacios de promoción para mostrar la vitalidad de la artesanía, la cerámica y el resto de las manualidades que distinguen a Trinidad.