Yamila Muñoz: el trabajo con los niños es divino

La administradora del círculo infantil Tierno Amanecer en Trinidad reconoce el amor y la responsabilidad del colectivo de la institución, convertida en centro de Atención para pacientes en edad pediátrica

Yamila Muñoz, administradora del círculo infantil Tierno Amanecer de Trinidad, se entrega con amor y responsabilidad al trabajo (Foto: Ana Martha Panadés)

Por: Ana Martha Panadés Rodríguez

Para Yamila Muñoz Siscal las horas no cuentan; ni las de trabajo, ni las de descanso. O tal vez las multiplica en ese afán de que el círculo infantil Tierno Amanecer – donde se desempeña como administradora-  no solo cumpla su nueva tarea como Centro de Atención a pacientes en edad pediátrica del municipio de Trinidad, sino que gane la batalla a la Covid y todas las sonrisas infantes.

Cada jornada implica desafíos: que no falte la ropa sanitaria para el personal de salud, ni tampoco para sus trabajadores, que la higiene brille en la institución, que la cocinera Pilar -con pocos condimentos, pero mucho amor- agrade el paladar de los niños, de sus padres, de los médicos y de la enfermera, que no haya ni un contagio de más…

Y pese a la presión de tantas responsabilidades no pierde la ternura, la que le acompaña desde siempre, moldeada además durante los años de trabajo en una institución, en la que antes de la pandemia, se regodeaba la risa y la complicidad de mil travesuras. Mas, desde mediados de agosto, Yamila se guarda estas añoranzas para servir en una causa igual de sensible.

“Cuando se decidió convertir el círculo en Centro de Atención para los niños sospechosos y positivos a la Covid se convocó al colectivo y la respuesta fue muy positiva. Hoy contamos con 38 trabajadores vinculados a diversas tareas; de ellos 13 se encargan de la limpieza en los cubículos donde permanecen los menores ingresados junto a sus padres, la distribución de la comida, atentos siempre a cualquier necesidad de los pacientes.”

Como administradora responde por la organización de todo el centro y reconoce la valía de sus compañeras: “Casi todas son educadoras, pero ahora asumen labores de limpieza en los cubículos con una disposición maravillosa; todos estamos en riesgo, pero ellas permanecen en Zona Roja; es admirable su entrega y me satisface que no haya quejas de nuestros pacientes.

Con el equipo de profesionales de la Salud asegura la organización de este Centro de Atención a pacientes en edad pediátrica (Foto: Ana Martha Panadés)

“Es un trabajo de mucha responsabilidad; lo primero es realizarlo bien, pero también garantizar que no se enferme nadie del colectivo. Hablamos mucho con los padres, estamos pendientes a sus necesidades y la comida es buena, buscamos mil variantes para elaborarla con calidad, incluida la fórmula para los más pequeños. No hay quejas sobre eso.”

Yamila aprendió rápidamente los protocolos para protegerse y cuidar a los suyos; por eso agradece al personal sanitario –al que siente familia cercana- cada consejo: “Aquí usamos doble nasobuco, todo se desinfesta y mantenemos el distanciamiento. Es vital para impedir el contagio y continuar prestando servicio a los menores y sus padres.”

Antes de “enamorarse” de este trabajo, fue oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y por 15 años se entregó a una labor que probó su vocación y responsabilidad. Cuando traspasó las puertas de la institución educativa descubrió otra certeza: “El trabajo con los niños es divino”; por eso añora los días en que entraba a uno de los salones del “Tierno Amanecer” y borraba las preocupaciones: “entiendo a las educadoras que aman su profesión y las admiro.”

Y aunque no duda en admitir que “vive una experiencia fuerte”, Yamila no abandona su mesa de trabajo; si lo hace se le encuentra entonces dando una mano en la cocina o recorriendo las áreas del círculo infantil para que los padres no se expongan, ni tampoco a los vecinos. Piensa en su familia y en la grandeza del amor: “Yo tengo dos hijos, mi hija enfermó y ahora está   convaleciente, pero estoy aquí asumiendo la tarea que me toca.”