Por: M. H. Lagarde
De milagro no morimo todito la noche del día en que mataron al adivino. La oscuridad era como de sepulcro y ni los grillos chistaban. Nadie oyó la trompeta que todos los días, cuando el monte se ennegrecía, mandaba el silencio. Era como si todo hubiera acabado ahí mismo, como si la guerra ya no siguiera ma. Continuar leyendo «La muerte de José Martí o todo el silencio del monte»