Campeonato Nacional de Béisbol (sub 23): El síndrome de la derrota

Los gallitos espirituanos, increíblemente derrotados. Foto: Joaquín Gómez Serra.

Por: Joaquín Gómez Serra

Decepción e impotencia inundaron las gradas del estadio José Antonio Huelga. Ni aficionados, ni peloteros, ni conocedores en la materia se podían explicar lo que estaban viendo. Matanzas, el equipo que no le había ganado a nadie en la final del Campeonato Nacional Juvenil de Béisbol, categoría juvenil, dejaba fuera de la discusión del título a unos Gallitos que parecían, junto a Santiago de Cuba, el conjunto más sólido del torneo.

Pero en el deporte y más en el béisbol hay un viejo adagio que dice: cuando no la haces, el contrario te la hace. Con las bases llenas en el noveno capítulo, y un solo out, los yayaberos fueron por todas, y salieron trasquilados.

Kevin Arévalo, un excelente pelotero, vino al bate con las almohadillas congestionadas, y con un lanzamiento alto, se desesperó y le salió un fou fly al cátcher. La escena quedaba lista para el tercer out de la entrada, y el alargue del partido a la Regla Schiller. Ahora me pregunto: ¿y por qué Irolando y su cuerpo técnico, no optó por la jugada de squezze play? Arévalo es un jugador rápido, pícaro, y que sabe tocar bolas.

Llegó el décimo capítulo y los matanceros marcaron dos anotaciones. Con el juego 4 carreras a dos, llegó la última oportunidad de Sancti Spíritus. Octavo y noveno bates fueron a las almohadillas, como establece la Regla Schiller, llegó el ponche, la transferencia y la conexión de doble play. Las ilusiones de un año se desvanecieron, y ante el equipo que peor lució en la campaña, y que no había ganado.

Los matanceros no regalaron el juego, pero nuestros peloteros enfrentaron a un equipo diezmado, que no alineó con todas sus estrellas: un lanzador relevista que en los 35 partidos de la clasificatoria había trabajado sólo con Matanzas dos tercios de innings, y un receptor que durante toda la campaña no había salido a mascotear detrás del plato.

Entonces, ¿ganaron los matanceros o perdió, una vez más, la pelota espirituana? Nadie se lo explica, pero la tara de perdedores se hizo sentir. Ese juego bueno que hay que ganar se mantiene como una deuda, no sólo de la pelota, sino de muchos de los deportes de conjuntos yayaberos. No ganan a la hora que hace falta.

Con esta derrota Sancti Spíritus sólo podía aspirar a discutir el bronce en la EIDE Lino Salabarría. La estirpe de los grandes de Santiago de Cuba lo volvió a llevar a discutir el título ante los Alazanes de Granma. Ellos, sin dudas, fueron los mejores y se merecieron llegar a la final.

El Huelga espirituano quedó listo para la gran final. Lanzando pelotas desde la lomita del diablo del equipo de la Ciudad Héroe estaba su abridor Hubert Luis Mejías, que poco a poco, fue sacando outs, hasta que llegó el relevo del zurdo guantanamero Dairon Mena, a la postre el ganador del partido.

Out tras out cayó el 27 y decisivo. Santiago sigue siendo Santiago. Por su parte, la “pesadilla” de la mañana volvía a tener copia en el partido por el bronce, celebrado en el estadio de la EIDE Lino Salabarría. Sancti Spíritus, desaliñado, escribió con ribetes negros el síndrome de la derrota, mal que los persigue en todas las categorías.

El béisbol juvenil tiene un nuevo campeón, y se llama Santiago de Cuba, escoltado por Granma, que repite el segundo escaño, Camagüey se baña de bronce, Sancti Spíritus es cuarto, Pinar del Río de titular de Cuba desciende al quinto puesto, mientras Matanzas se hunde en el sótano.

La pelota espirituana no ganó, pero la medalla de oro se la llevó la provincia, el INDER y el Comité Organizador, junto a aquellos hombres y mujeres anónimos que hicieron que el Campeonato Nacional  Juvenil de Béisbol llegará a su fin con ribetes de lujo.