Hace 30 años la provincia sufrió un evento de intensas lluvias parecido al de días atrás que estuvo a punto de ahogar al sur espirituano
Por: José Luis Camellón
Sucedió hace 30 años y se trata de un temporal que pocos recuerdan, asociado a la primera depresión tropical de esa temporada. Llovió tanto entre el 29 de mayo y el 2 de junio de 1988, que las inundaciones casi se tragan al sur de la provincia, donde se concentró el mayor impacto del que puede considerarse uno de los mayores episodios de intensas lluvias que ha afectado a Sancti Spíritus desde que fuera declarada provincia.
Si llamativos fueron algunos reportes de precipitaciones en 24 horas, como los 605 milímetros en Mapos y 600 en La Sierpe, impresionantes, según datos de prensa de la época, resultaron los acumulados registrados en varios municipios en las tres jornadas finales del evento: La Sierpe, 777 milímetros; Sancti Spíritus, 614; Jatibonico, 547 y Taguasco, 525.
Mas, la verdadera huella de tanta agua caída no estuvo siquiera en los pluviómetros, sino en las mil vicisitudes vividas por las estructuras de mando, la Defensa Civil, fuerzas militares, comunidades enteras y hasta personas aisladas que debieron ser evacuadas por aire y tierra en medio del temporal, del peligro y de las severas inclemencias del tiempo.
Si hace apenas unos días impresionaron el colapso del puente en el río Zaza, el espectacular llenado de la presa de igual nombre y las grandes inundaciones en ciudades, pueblos y campos, las secuelas del temporal de 1988 son para no olvidar porque dejaron un escenario de destrozos al estilo de un filme de ciencia ficción.
Fue tan soberbia la crecida del río Agabama en aquel inicio de junio de 1988 que destruyó, primero el pameriel paso peatonal en la comunidad de igual nombre, en Fomento, después el puente del ferrocarril en pleno lomerío —considerado el más largo de su tipo en Cuba con unos 250 metros de longitud—; partió la carretera Trinidad-Sancti Spíritus en la zona de La Paloma, causando una brecha de alrededor de 500 metros.
Algunos espirituanos guardan en la memoria vivencias de aquellos días, pero en las páginas de Escambray —entonces con circulación diaria— se preserva, tal vez, el mejor archivo documental de cómo se enfrentó la contingencia que dejó el lamentable saldo de tres fallecidos.
Nunca antes volaron tanto los helicópteros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias en Sancti Spíritus, debido al aislamiento de diversos poblados y fue preciso evacuar por esta vía comunidades completas, como ocurrió con las 72 personas en Cagüeira, al sur de Guasimal. “Guajiros que se apearon de los caballos e hicieron sus primeras travesías aéreas bajo el apuro de las inundaciones”, se narró entonces.
“El niño que vino con la lluvia” era uno de los titulares de Escambray en la edición del 3 de junio de 1988; a seguidas, el testimonio de aquella madre cabaiguanense que había sido evacuada de Santa Lucía hacia Potrerillo, allí se puso de parto y fue enviada a la capital provincial.
“Se llama Fidel, porque a la Revolución le debe el haber nacido sano y sin peligro, porque para asegurar su vida me mandaron, primero una ambulancia y, cuando esta no pudo avanzar ante tanta agua, nos recogió un helicóptero”. Entonces la mamá supo que la tripulación y el equipo médico que allí viajaban, tardaron dos horas para, desde el aire y bajo la lluvia, ubicar la ambulancia.
“El último evacuado”, reseñó Escambray en sus páginas por aquellos días. Se trataba de un habitante de Manacal de Línea, en la serranía trinitaria, testigo en carne propia de que la Revolución no abandona a nadie. Fue rescatado en helicóptero luego de permanecer seis días aislado por la crecida del Agabama y pudo alimentarse solo con algunos productos enlatados que los vecinos les lanzaban desde la otra orilla.
Otros relatos del periódico aseveran la magnitud de las precipitaciones de hace tres décadas. “Esto es lo nunca visto, por poco sube aquí el agua”, afirmó un campesino de Polo Viejo, en la montaña; “Esa fue la crecida del siglo XX en la zona del FNTA y Caracusey”; “El Agabama subió tres metros en la carretera Trinidad- Sancti Spíritus”.
Además de destruir cientos de viviendas, provocar un deslizamiento en la cortina de la presa Lebrije, dañar plantaciones agrícolas de todo tipo, buena parte de la infraestructura vial y ferroviaria, causar grandes estragos en los accesos a Topes de Collantes y en la impermeabilización y falso techo del hotel Ancón, el temporal de 1988 cortó totalmente la comunicación terrestre y ferroviaria con Trinidad y también puso en aprieto a los asentamientos del sur de La Sierpe y de Sancti Spíritus.
Según el reporte de Escambray del 2 de junio, el abrupto llenado de la presa Zaza y la imposibilidad de evacuar los pobladores de Tunas de Zaza y El Médano por carretera hacia Sancti Spíritus motivó que se previera y organizara la variante marítima para el traslado de los habitantes a un lugar de menos peligro. “En horas de la noche de ayer, partieron de Casilda más de 40 embarcaciones que se suman a las existentes allí”, publicó el periódico.
No fue preciso acudir a tan inédita alternativa y finalmente fueron protegidos en la cabecera provincial. Narraron que, en otros tiempos, cuando el río Zaza crecía, la cosa era de “sálvese quien pueda”.
“En otras épocas en Tunas de Zaza llamaban a Camagüey para que enviaran un tren a recogernos; entre pitos y flautas la mayoría de las veces teníamos que irnos a pasar trabajo por ahí porque nadie se ocupaba de nosotros. O, cuando llegaba el tren, ya la tormenta había pasado”, decían algunos evacuados a Escambray.
(Tomado de Escambray digital)