El sumo pontífice aseguró que la eliminación del hambre, la sed, la elevada mortalidad y la pobreza, especialmente entre los 800 millones de necesitados y excluidos de la Tierra, no se logrará sin un cambio en los estilos de vida y recordó que en su encíclica ‘Laudato sí’ hizo propuestas clave al respecto.
Al referirse a la carrera armamentística y las guerras, el Papa llamó a detenerlas, ‘para pasar con urgencia a las energías renovables, los programas dirigidos a asegurar el agua, la alimentación y la salud para todos, invertir en el bien común los enormes capitales que permanecen inactivos en paraísos fiscales’.
El Sumo Pontífice dijo que la ciencia puede contribuir de manera decisiva a superar las barreras que impiden hacer efectivos los derechos universales proclamados para todos.
En ese sentido, expresó a los presentes su deseo de actuar como abogado de los pueblos a los cuales no llegan, más que de lejos y raramente, los beneficios del vasto saber humano y sus conquistas, especialmente en materia de alimentación, salud, educación, conectividad, bienestar y paz.
La política y la economía de los pueblos -subrayó- les dibujan las indicaciones para proceder con mayor certeza hacia el bien común para beneficio especialmente de los pobres y necesitados y hacia el respeto del planeta.