Por: Yainerys Avila Santos
A las puertas de sus 505 años es Trinidad, la pintoresca localidad del sur de la provincia de Sancti Spíritus, uno de los sitios más singulares de Cuba, denominación avalada por su condición de Patrimonio Cultural de la Humanidad y de Ciudad Artesanal del Mundo.
Nadie, quizás, como Duznel Zerquera, director de la Oficina del Conservador de la Ciudad y el Valle de los Ingenios, para subrayar la importancia de la añeja urbe: pese a los cambios que han impuesto el turismo, y más recientemente, la apertura del trabajo por cuenta propia, muchísimas personas –dentro y fuera de la Isla- consideran a Trinidad un lugar excepcional.
Y es que a juicio de este y otros especialistas del patrimonio la otrora villa fundada en enero de 1514 tiene una tipología que se conserva de manera integral.
Esa casa de patio, por ejemplo, no se ha perdido –sostiene Zerquera- ni esa autenticidad urbana, porque cuando se camina por sus calles puede observarse una unidad tipológica dentro del contexto y esa es la esencia de la declaratoria de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Es además una ciudad viva, donde las personas conviven en ella, pero al estar reconocida en la lista del patrimonio mundial también por un hábitat humano tradicional, esto es un elemento muy importante a tener en cuenta en su conservación, destacó el directivo.
Zerquera ha puntualizado en ocasiones anteriores que de una localidad doméstica, Trinidad se ha ido transformando poco a poco en un espacio que cada vez brinda más servicios y estos se absorben, precisamente, dentro del Centro Histórico, otro asunto a considerar hoy.
Detalló que el turismo -como fenómeno- va a seguir llegando a la otrora villa y las necesidades que él genera, irán en ascenso, lo que supone un desafío para los estudiosos y amantes de una urbe con más de mil 200 viviendas con valores arquitectónicos y patrimoniales.
De ahí que entre los retos más inmediatos de la llamada Ciudad Museo del Caribe está el desarrollo de otras zonas que desde la modernidad puedan asumir varios de esos servicios que se concentran en su área más antigua, algo que puede alcanzarse a partir de un efectivo ordenamiento territorial y urbanístico.
Mientras, de cara a los 505 años de fundada, en Trinidad renacen casas, calles, instituciones y plazas emblemáticas como Santa Ana, entorno en el que se sitúa la nueva minifábrica de cerveza artesanal, un sitio que ya cautiva a todos por el cuidadoso trabajo de restauración y la variedad de ofertas que allí pueden encontrarse.
Reconocida en el mundo por sus palacetes y calles empedradas, por sus tradiciones artesanales o por sus atractivos naturales, la urbe sigue siendo hoy destino obligado para quienes desean conocer y desandar la nación caribeña. (Agencia Cubana de Noticias)