Ahorro, más que una palabra, un comportamiento que debemos promover

Por: José Rafael Gómez Reguera

De ahorro nunca se puede hablar de manera abstracta. No es privarnos de nada, solo vivir sin excesos. Derrochar no puede ser el día a día de la especie humana, mucho menos de un país subdesarrollado como el nuestro. Eso bien lo sabemos los cubanos, capaces de solucionar un problema tras otro, y las más de las veces, reciclando, utilizando partes y piezas que, a simple vista, podrían parecer inservibles.

Siglo tras siglo, el hombre ha sido un gran derrochador de recursos naturales. En la misma medida en que el ser humano fue descubriendo que podía utilizarlos para su bienestar, también fue usándolos sin ningún control. Ahora, en pleno siglo 21, el derroche es tal que, a este ritmo, pronto necesitaremos otro planeta igual que la Tierra para suplir nuestras necesidades…

Es cierto que la población terrestre ha crecido sobremanera. Pero también se ha incrementado el uso innecesario de recursos naturales, algunos de ellos imposibles de reproducir. Los árboles pueden talarse y volver a plantarse, mas recursos como el petróleo y el agua cada vez son más escasos. La Madre Naturaleza ha dotado al planeta de lo necesario para vivir, pero mientras unos carecen de lo más elemental, otros botan a manos llenas. Y a ese ritmo, el tiempo se agota…

Todos estamos en el deber no solo de utilizar correctamente los recursos naturales, sino también de protegerlos. Evitar la contaminación de ríos y mares es una vía, y el ahorro es necesario para utilizar mejor cuanto existe. Ahí están el papel, las botellas reciclables, las cajas de cartón, los libros cuya vida útil ya terminó, los envases de cristal, el aluminio y el acero… en fin, hay muchas cosas que podemos volver a utilizar.

Si todos cooperamos, los recursos que tenemos a nuestro alrededor pueden tener otro uso y de esa forma estaremos favoreciendo un mundo más sano, sin contaminación ambiental. El planeta necesita de nuestros esfuerzos, y esa contribución puede venir desde nuestros hogares, las escuelas y los centros laborales.

En este sentido, evita los salideros de agua dentro del hogar, y apaga las luces y equipos que no utilices. Vigila los ventiladores, que en muchas oportunidades siguen funcionando sin nadie a quien refrescar. Otro tanto puede suceder con radioreceptores y equipos de TV, prendidos sin nadie que los disfrute. Todo ello favorece el ahorro de energía eléctrica que se produce con el uso de combustibles fósiles, las más de las veces.

Las Casas de Recuperación de Materias Primas pueden ser el destino de esas cosas que creemos ya no nos sirven, pero pueden retornar a nuestras vidas. De paso, podemos añadir algunos recursos financieros a nuestro hogar.

El quehacer de los Comités de Defensa de la Revolución, años atrás, bien podría servir de punto de partida para la recuperación, hecho que también se materializó en centros de estudio y de trabajo y que, lamentablemente, dejamos de lado. Es hora de actuar y, como nos ha llamado la máxima dirección de Cuba, pensar como país.