Por: José Rafael Gómez Reguera
Cuando el 10 de enero de 1929 caía asesinado en México el joven revolucionario cubano Julio Antonio Mella, quienes cobardemente lo ultimaron, y quienes ordenaron el crimen, pensaron que con su desaparición física mataban sus ideas. Se equivocaron. Mella vive en cada cubano que ama a su patria y quiere su prosperidad, libre de intromisiones foráneas.
Conocedor desde muy joven del ideario de nuestro Héroe Nacional José Martí, el joven Mella abogó siempre por la unidad de los cubanos. En una de las crónicas en que narra su viaje por tierra mexicana definiría: “Los pueblos hermanos que un loco tenaz descubriera, cachorros de un caduco león son hoy presas de un águila estrellada. ¿Por qué razón? ¿Por qué justicia? Por ninguna […]. Ver unidas a las repúblicas hispanoamericanas para verlas fuertes, dominadoras y servidoras de la Libertad, diosa. He aquí mi ideal”
Destacado dirigente estudiantil desde la Universidad de La Habana, creador de la revista Alma Mater de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) de la cual fue administrador, inauguró una de sus más hermosas obras: la Universidad Popular José Martí, que dio entrada a las aulas a muchísimas personas, al impartir instrucción política y académica, en pos de su realización personal.
Director y redactor de Juventud (1923-1925), fundador de la Liga Anticlerical (1924) y de la sección cubana de la Liga Antiimperialista de Cuba junto a Carlos Baliño y con la presencia combativa de Rubén Martínez Villena, Mella es símbolo de toda una época que trasciende hasta nuestros días, como un punto de necesario enlace.
Imposible deslindar a Mella de la fotógrafa y luchadora revolucionaria italiana Tina Modotti, quien formó parte de su vida. Entre ellos surgió una fuerte atracción que duró hasta la muerte del joven revolucionario cubano.
Le faltaban solo dos meses para cumplir 26 años de edad cuando fue asesinado. Se encontraba en aquella época en plena preparación de la expedición que lo llevaría desde México hacia Cuba para incorporarse a la lucha armada. Sus últimas palabras fueron: “Machado me mandó a matar. Muero por la Revolución. Tina me muero. Julio Antonio Mella”.
Las cenizas de Mella fueron trasladadas a La Habana el 29 de septiembre de 1933. Al pie de la escalinata de la Universidad de La Habana, sus restos hablan de hidalguía, valentía, ímpetu, optimismo. (Con datos de Ecured)