Por: Belkis Niebla López
Este 21 de abril es el Día Mundial de la Creatividad y la Innovación, decidido así por la Asamblea General de las Naciones Unidas en resolución A/RES/71/284 con el objetivo de fomentar las ideas originales para animar a pensar de manera diferente, promover la utilización de la lluvia de ideas y otras técnicas creativas, así como aprovechar las oportunidades que se presentan. CUBA ANTE LA COVID-19 (I) (II) (III)
Está demostrado que los pueblos más innovadores crecen más rápido y este crecimiento contribuye de manera notable al bienestar de la población, de ahí que la creatividad y la innovación juegan un papel fundamental en la solución de los problemas, y en el desarrollo económico, social y sostenible.
La creatividad es, junto a la comunicación, lo que nos permitió sobrevivir y evolucionar como especie, mientras que la comunicación nos permitió organizarnos y transferir conocimiento, con la creatividad solucionamos problemas y creamos el futuro; razón más que suficiente para dedicarle una fecha del calendario.
En la actualidad cuando todo el mundo se enfrenta al coronavirus causante de la COVID-19 se pone a prueba la creatividad de todos. Cuba ha dado muestras de cómo se alza ante situaciones de este tipo pues con la premisa de quedarse en casa para salvaguardar lo más preciado la vida humana han surgido o se han reforzado diferentes ideas.
Buenos ejemplos lo constituyen las teleclases para los estudiantes, las diferentes iniciativas asociadas a los aplausos a las 9 de la noche, donde no solo se reconoce al personal de salud sino también a todos cuya labor es imprescindible, los conciertos y las carreras online, así como se ha potenciado el trabajo a distancia y el teletrabajo y se prioriza el comercio electrónico.
También desde que se conocieron los primeros casos de la pandemia en Cuba, cientos de máquinas de coser a lo largo y ancho del archipiélago se desempolvaron para contribuir a la fabricación de nasobucos.
De igual forma para detener la propagación de la pandemia han potenciado que cada cual, desde su radio de acción, haga más agradable el aislamiento y no se detengan las actividades económicas fundamentales.
Para que la bombilla de la creatividad se encienda tenemos que apagar el botón del miedo.