Félix B. Caignet, padre de la novela radial en Cuba

Por: Rafael Novoa Pupo

Félix Benjamín Caignet Salomón, nació el 31 de marzo de 1892 en la entonces Villa de San Luis de la Enramada en Santiago de Cuba. Su amor por la música, despertó desde sus primeros años de edad, al oír en casa las melodías que tocaba su madre en el piano, de una forma magistral.

Con solo 7 años y durante la Guerra de Independencia, el cafetal de su padre fue incendiado, y la familia fue obligada a marcharse a Santiago de Cuba, donde arruinados tuvieron que comenzar una vida de necesidades, a la cual no estaban adaptados.

Después de estudiar en una escuela pública muy pobre, y donde prácticamente tuvo que aprender de forma autodidacta, llega de joven a La Habana y su entrega al trabajo lo hacen convertirse rápidamente en un hombre de referencia.

Allá en la capital cubana, comenzó abrirse en el mundo del arte, con incursiones en la poesía, logrando que le publicasen textos en la prestigiosa revista Bohemia, y colaborando con otras revistas de la época.

De igual modo, su talento llegó a la naciente radio, con trabajos como Buenas tardes muchachitos, las Aventuras de Chelín, Bebita y el enanito Coliflor. Fue en este medio donde Caignet dejaría escritas más de 200 comedias, y su trascendental radionovela, “El derecho de nacer”, primer producto melodramático radial, que luego de su estreno el 1 de abril de 1948, saltara de un país a otro y luego desbordara las fronteras a nivel mundial, con disímiles versiones, incluidas las realizadas para el cine y la televisión, años más tardes.

Caignet, no solo logró destacarse en la radio, realizó además contribuciones a las artes plásticas, la literatura, y la música, siendo esta última nombrada por él mismo, como su refugio espiritual y donde dejara un legado de aproximadamente 300 obras escritas.

De esta manera, Caignet, pasaría a ser el mejor artista pagado del país, y a su vez el más señalado por la Asociación de la Crítica Radial e Impresa. Así mismo, llevó la cruz de una oscura vida que no le permitió tener hijos, y que estuvo acompañada de ilusiones y desilusiones en el amor, que lo harían refugiarse constantemente en la música, y escribir canciones como “Quiero Besarte” y “Te Odio”, popularizada esta última por Rita Montaner.

Destacan también, otras obras musicales muy conocidas como son: “El Ratoncito Miguel” y “Frutas del Caney”, canción inspirada en los pregones de su viejo pueblo natal que estrenara Frank Antúnez y tiempo después llevara al éxito, el Trío Matamoros.

Otras obras que se le conocieron al escritor y autor musical cubano son: «Carabalí«, «Montañas de Oriente«, «Mentiras«, «En silencio» y «Sin lágrimas«, siendo esta última dedicada a su memoria el día de su fallecimiento el 25 de mayo de 1976, por el dúo, Hermanas Martí.

En estricto cumplimiento de su última voluntad, y para descansar junto a sus padres frente a las lomas del Caney, según dijera Caignet, sus restos fueron trasladados desde la Necrópolis Cristóbal Colón en La Habana hacia el Cementerio Patrimonial Santa Ifigenia de Santiago de Cuba, sitio donde descansa hoy este genio de las artes, entre amores, música, radio, y poesías.