A 109 años del natalicio de Faustino Oramas Osorio, el guayabero holguinero

El Guayabero. Foto: Radio Cadena Habana.

Por: Rafael Novoa Pupo

Este cuatro de junio hubiera cumplido 109 años de edad ese juglar cubano nombrado Faustino Oramas Osorio, popularmente conocido por su pueblo como El Guayabero.

Fruto del matrimonio constituido por el albañil José Oramas e Isolina Osorio, Nació en la ciudad de Holguín en esa fecha del año 1911, y falleció el 27 de marzo de 2007 a la edad de 96 años, dejando a su paso por la vida una extraordinaria estela de cariño entre quienes lo conocieron y admiraron.

El “Rey del doble sentido” como lo reconocían trovadores y humoristas cubanos, fue un Hombre sencillo, y uno de los artistas más queridos por el público cubano, de ahí que le fuera conferido el Premio Nacional de Humorismo en el año 2002. Alto, flaco pero nervudo, este negro con figura quijotesca es autor de sabrosos sones y guarachas, tales como El Guayabero, Cómo baila Marieta, Cuida o con el perro, La yuca de Casimiro, y Cómo vengo este año, por solo mencionar algunas.

Faustino Oramas Osorio sintetiza la imagen viva del «típico jodedor cubano», no obstante son pocos los que pueden asegurar que lo vieron sonreír en alguno de sus conciertos. Era apasionado por las mujeres, a las que consideraba una de sus principales fuentes de inspiración, sin tener que hacer uso de la chabacanería.

Llevó a países como Francia, España, México y Holanda la gracia de sus interpretaciones, en escenarios que fueron reconocidos los méritos y valores de este juglar, que tuvo como inseparable compañero a su tres, instrumento que ejecutaba con soltura y maestría.

Pablo Milanés lo calificó como genio popular, Pancho Amat lo definió como un tresero popular de tumbaos, que utilizaba un diseño melódico rítmico muy reiterado, en cuya célula más elemental radica el sabor cubano, y para Pedro Luis Ferrer, Faustino Oramas Osorio proyectaba como nadie, la cubanía de su verso.

En este nuevo aniversario de su natalicio, sirvan estas líneas para rendir homenaje a ese picaresco trovador holguinero, que recibió numerosas distinciones y reconocimientos, pero el mayor de todos, fue el cariño de su pueblo. “Santa Palabra”, como solía decir El Guayabero.