Por: Rafael Novoa Pupo
Juan Manuel Márquez Rodríguez, nació en Santa Fe, municipio de Guanabacoa, La Habana, el 3 de julio de 1915. Sus padres contribuyeron a formar sus convicciones patrióticas y cívicas que lo llevarían a ser uno de los más activos combatientes por transformar aquella realidad.
Cursa los estudios primarios en un inicio en una escuela pública de Punta Brava, y en 1928 al trasladarse con su familia a vivir en Marianao, los culmina en la Academia Agramonte. En ese centro recibe la influencia del director Pelayo Alfonso que profesaba las ideas martianas.
Luego continúa los estudios en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. Con solo 16 años de edad, se incorpora a la lucha contra la tiranía machadista, y a finales de 1931, se incorpora al recién creado Sector Radical Estudiantil, una organización antimachadista integrada solo por adolescentes.
Por sus labores conspirativas, Juan Manuel es detenido el 8 de abril de 1932, y sufre prisión en Isla de Pinos. Con solo 17 años, es el más joven de todos los presos políticos, en el mal llamado Presidio Modelo.
Antes de cumplir los 20 años, comprende que la justicia social y la verdadera democracia solo se alcanzarán con la toma del poder. Estas definiciones determinan su incorporación al Ala Izquierda Estudiantil, e ingresa en la “Hermandad de los Jóvenes Cubanos”, donde se da a la tarea de unir a los jóvenes y educarlos, en un espíritu revolucionario.
El 13 de marzo de 1936, es arrestado nuevamente y sentenciado a ocho años de reclusión en el presidio de Isla de Pinos. Ante esta situación, las fuerzas revolucionarias desatan una fuerte lucha por su libertad y aunque no logran su absolución, al menos hacen que la condena sea reducida a la mitad. En virtud de una ley de amnistía, Juan Manuel Márquez sale de presidio en los últimos días de diciembre de 1937.
En la búsqueda de nuevas trincheras de combate, Juan Manuel se afilia al Partido Revolucionario Cubano. Ya como miembro de esa organización política, despliega una fuerte campaña en todo el municipio marianense.
En las elecciones de junio de 1944 es elegido concejal. Su impronta como luchador honesto y activo lo convierten en líder de la minoría oposicionista de la Cámara Municipal. Desde esta nueva trinchera mantiene en jaque a la administración municipal de Marianao, exigiéndole preocupación por los problemas sociales.
Su honestidad y transparencia en el desempeño de su cargo es reconocida por todos. Al percatarse de que Ramón Grau San Martín había incumplido con sus promesas al pueblo, renuncia a seguir militando en sus filas y hace públicas las causas de su abandono.
A partir del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes el 26 de julio de 1953, se hace más encarnizada su persecución a pesar de que este no estuvo vinculado al hecho. Su casa es allanada muchas veces, sin que esto limitara sus actividades conspirativas.
El 5 de junio de 1955, es nuevamente apresado por los sicarios del régimen que le propinan una brutal golpiza. Como consecuencia de las lesiones es ingresado en la Clínica Santa Emilia. El joven abogado Fidel Castro Ruz, desde las páginas del periódico La Calle, denuncia el atropello. En la tarde del 7 de junio de 1955, en la clínica donde estaba hospitalizado, recibe la visita de Fidel, quien había pedido que le dejaran hablar a solas con Juan Manuel.
El 12 de junio del propio año, al crearse la Dirección Nacional del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, Juan Manuel es designado como segundo jefe de la organización, y marcha al exilio en México.
Ya en México, trabaja intensamente en la misión de recaudar fondos para adquirir armas y equipos de guerra. Trabaja junto a Fidel en la búsqueda y selección de los lugares para el alojamiento y el entrenamiento de los futuros expedicionarios, donde participa activamente.
El 2 de diciembre de 1956, el yate Granma toca suelo cubano. Los 82 expedicionarios, exhaustos por la larga travesía y el mal tiempo, tienen ante sí, las dificultades del desembarco en una zona de pantanos y manglares.
Tras la emboscada de Alegría de Pío, Juan Manuel Márquez, quién había sido designado segundo al mando en la expedición, queda desvinculado del resto de sus compañeros, y deambula por desérticos parajes acosado por el hambre y la sed, desorientado en un territorio desconocido, es perseguido con saña por las huestes del dictador Fulgencio Batista Zaldívar, hasta que es capturado y posteriormente asesinado, el 15 de diciembre de 1956. (Con informaciones de Ecured, y Cubadebate)