Raúl Roa García, el Canciller de la Dignidad: 38 años de su desaparición física

Raúl Roa junto al líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz. Foto: Trabajadores.

Por: José Rafael Gómez Reguera

Hoy se cumplen 38 años de la desaparición física de Raúl Roa García (La Habana, 18 de abril de 1907 – La Habana, 6 de julio de 1982), conocido como El Canciller de la Dignidad

Roa fue un destacado escritor, polemista, profesor, historiador, político y diplomático cubano, con una obra literaria y periodística. Historia de las doctrinas sociales constituye su aporte historiográfico más importante.

Nombrado al triunfo de la Revolución cubana, embajador de Cuba ante la OEA, con posterioridad Ministro de Relaciones Exteriores. Su larga e intensa actuación al frente de la diplomacia revolucionaria, y sus cruciales batallas en la sede de organismos internacionales en defensa de la soberanía de Cuba le hizo merecer el apelativo de Canciller de la Dignidad.

Nace dentro de un ambiente políticamente corrompido, con el país, en el habanero barrio de La Víbora, dentro de una familia de terratenientes venidos a menos. Su padre, Raúl, modesto empleado público, era hijo de Ramón Roa quien fuera teniente Coronel del Ejército Libertador, de Profunda ideología mambisa, ayudante de Ignacio Agramonte en 1868. En su infancia recibió de su madre María Luisa García un cariño y ternura infinita.

En el Colegio religioso CHampagnat, de la Víbora, fue un alumno brillante, sin dejar de hacer lo que todo niño hace: jugar de casi todo con los niños del barrio.

Raúl era alto, delgado, simpático, nervioso, buen amigo, gran importancia le concede en su formación, a sus lecturas juveniles. Le gustaba la pintura y el juego de pelota en el que se destacaba como primera base, aunque era mal bateador.

Lector desenfrenado de SalgariJulio VerneFenimore CooperDaniel de Foe, soñaba ser un mosquetero del Rey o un protector de huérfanas como Enrique de Lagardere, un ladrón de manos de seda al estilo de Raffles, o un omnipotente Fantomas.

En 1925 ingresa Roa en la Facultad de Derecho de la Universidad de la Habana, donde conoce a Julio Antonio Mella.

Cuando le llamaban El Flaco, con Pablo de la Torriente y otros compañeros. Foto tomada de Bohemia.

Fue un gran estudioso de la obra martiana. Es por ello que a los 18 años escribe su primer artículo titulado «Ensayo sobre José Martí«, donde puede observarse la madurez política que iba obteniendo durante su crecimiento intelectual.

Disfrutaba a plenitud filmes como El chicuelo y La quimera del oro, de Charles Chaplin, tan de moda por entonces.

Participante activo contra los males sembrados en Cuba por la dictadura de Gerardo Machado, declaró años después, cuando era ministro de Relaciones Exteriores de Cuba: «Descubrí que era revolucionario el día que me sentí disconforme con el mundo restante y anhelé uno más justo y bello: Julio Antonio Mella contribuyó decisivamente y acaso también el sedimento inconsciente de mi progenie mambí, a la sombra iluminada de mi abuelo, Ramón Roa»

Desde 1923 se vinculó al Movimiento Revolucionario Estudiantil que organizara y dirigiera Mella. Dos años más tarde ingresó en la Escuela de Derecho de la Universidad de la Habana, en las carreras de Derecho y Filosofía y Letras: En 1926 va a prisión, pues por estos tiempos era un estudiante de Derecho conocedor de la situación política y participa activamente en una protesta contra la intervención norteamericana en Nicaragua.

En 1927 conoce a Rubén Martínez Villena, quien logra sensibilizarlo aún más con los problemas sociales. Además, participa como profesor con otros jóvenes antiimperialistas y revolucionarios en la Universidad Popular José Martí. Fue miembro de la Liga Antiimperialista. En este mismo año su prestigio en los medios de información como en la Revista «Avance» y la manzanillera «Orto» crece vertiginosamente.

De 1928 a 1929 participa como alumno ayudante de la Cátedra de Sociología y ya ese mismo año pasa a ser profesor de doctrinas sociales de la Escuela Privada de Derecho.

Fue protagonista y cronista de las actividades del grupo estudiantil que mantuvo la protesta en el recinto universitario ocupado militarmente, protesta que culminara en la jornada del 30 de septiembre de 1930.

Miembro fundador del Directorio Estudiantil Universitario de 1930, Roa escribió el manifiesto distribuido en la jornada revolucionaria del 30 de septiembre de ese mismo año.

En 1931 fundó con Gabriel BarcelóPablo de la Torriente Brau y otros el Ala Izquierda Estudiantil. En esta organización, mucho más radical, se posiciona más claramente sobre la necesidad de la lucha por la soberanía de Cuba y en contra del imperialismo que como él decía, «aspiraba a ser la vanguardia revolucionaria de los estudiantes medios y pobres».

Entre 1931 y 1933 sufrió dos veces la cárcel; en el Presidio del Castillo del Príncipe, en La Cabaña y en el Presidio Modelo en Isla de Pinos. En 1933 sale del presidio, donde escribe el Manifiesto al pueblo de Cuba y avizora las consecuencias de la mediación. Participa destacadamente en la Huelga General de 1933 que derroca del poder a Gerardo Machado.

A la caída de la tiranía machadista en agosto de 1933, fue miembro de la Comisión mixta depuradora universitaria y delegado estudiantil a la Comisión de Estatutos de la Universidad de la Habana

En marzo de 1935 se lanza a las calles en la huelga, y es apresado y exiliado en los Estados Unidos. Se casó por poder con su novia, la médica Ada Kourí Barreto (1917-2005), de 18 años, y ella viajó a Nueva York a reunirse con él. En Nueva York cursó estudios de posgrado en la Universidad de Columbia y en la New School for Social Research de Nueva York.

Funda la Organización Revolucionaria Cubana Antiimperialista a la que representó en la conferencia de Frente Único celebrada en Miami en 1936.

Después de regresar a Cuba prosiguió sus tareas revolucionarias y dio su aporte a la lucha en defensa de la República Española. Fue miembro del comité organizador del Partido Democrático Revolucionario y Profesor de Sociología de la Escuela Libre de La Habana en 1939.

Al siguiente año fue profesor titular de Historia de las Doctrinas Sociales y de Filosofía Social en la Facultad de Ciencias Sociales y Derecho Público de la Universidad de la Habana, de la que fue vicedecano y con posterioridad decano. En 1944 fue delegado de la Universidad de la Habana al I Congreso Histórico Municipal Americano.

De 1945 a 1946 estuvo becado en la John Simon Guggenheim Foundation para estudiar los fundamentos y Proyecciones económico-político-sociales del New Deal. En 1947 asistió a la Conferencia Internacional de Universidades de Ámsterdam.

Desde 1948 fue el Director de Cultura del Ministerio de Educación, financió la publicación de importantes libros, subvencionó al Ballet de Alicia Alonso, echó a andar un movimiento de puestas teatrales, salones de plástica y humorismo. Fue Delegado de Cuba a la Asamblea General de la UNESCO en París1951. En 1952, participó en la Conferencia de las Universidades Latinoamericanas de Santiago de Chile y en el VI Congreso de Literatura Iberoamericana celebrado en México en ese mismo año.

Al producirse el golpe militar de Fulgencio Batista en marzo de 1952, fue forzado de nuevo al exilio. En México, fue profesor extraordinario de la Universidad de Nuevo León y director de la revista «Humanismo».

Fidel tuvo en Roa a un intérprete idóneo de sus concepciones sobre la diplomacia revolucionaria. Foto tomada de Bohemia.

Al triunfo de la Revolución cubana, y ante las insuficiencias del primer canciller del Gobierno Revolucionario, se designó a Roa como Ministro de Estado el 12 de junio de 1959. Fue miembro del Comité Central del Partido Comunista de CubaFidel Castro tuvo en él un intérprete idóneo de sus concepciones sobre la diplomacia revolucionaria. Y llevó la Revolución al Ministerio de Estado, que pronto cambiaría su nombre por el de Relaciones Exteriores.

A los antiguos funcionarios, sin vinculación con la tiranía, les fueron respetados sus puestos. Ellos ayudarían al nuevo canciller a adiestrar a todos los jóvenes que en oleada inundó el Ministerio. A los jóvenes les advirtió de la necesidad de aprender de los veteranos, cuyas experiencia y conocimientos eran invaluables.

Como ministro, Roa estaba pendiente de la situación personal y familiar de todos los trabajadores. Su sentido del humor le granjeaba la simpatía de todos y generó una serie de fabulaciones y leyendas no siempre exactas. A un embajador foráneo que no cuidaba el protocolo en el vestir, lo recibió en camiseta y le espetó: «La próxima vez que usted venga en mangas de camisa, lo recibiré en calzoncillos».

Mientras se dirigía a los movilizados en un campamento agrícola, cayó un mango cerca de él: «¡Ese es mío, que yo lo vi primero!».

En una reunión interparlamentaria, ante un diplomático yanqui que exigía con apuro que se le concediese hablar, apuntó: «Tiene la palabra el delegado de Estados Unidos, pero sin guapería».

Representó a Cuba como embajador ante la OEA (Organización de Estados Americanos).

En su papel de ejecutor de la política exterior de la Revolución cubana, llevó a todos los confines del mundo la voz de una Cuba independiente, la voz de un país que había dejado de ser espejo de las posiciones de Estados Unidos y del mundo desarrollado, para transformar su actitud plegada a los intereses yanquis en una política de principios.

En una de sus batallas campales en la ONU. Foto tomada de Bohemia.

La etapa en que Roa se desempeñó como Ministro de Relaciones Exteriores (1959-1976) se caracterizó por la política de Guerra fría, una situación internacional de equilibrio de poder dada por la existencia del bloque socialista y de manera muy particular por el poderío alcanzado por la Unión Soviética y el desarrollo de su capacidad militar y espacial, que sirvió de sustento al auge alcanzado por los movimientos de liberación nacional que trajeron consigo la independencia de muchos países del Tercer Mundo sometidos hasta entonces al yugo colonial.

Fue valiosa la contribución de Raúl Roa a la Revolución cubana y, por ende, a la diplomacia cubana, a la que le insufló su energía vital, su brillante y potente intelecto y, sobre todo, la pasión revolucionaria con que desarrolló su incansable trabajo creador, que le permitía adoptar la decisión rápida y correcta ante situaciones no previstas surgidas al calor del debate con el enemigo.

Antológica es su oratoria en aquella épica batalla verbal en la Cuba durante los días de Girón, contra la diplomacia yanqui, encabezada por Adlai Stevenson, a quien literalmente vapuleó. Roa refutó todas las mentiras estadounidenses, demostró fehacientemente que la invasión mercenaria había sido organizada y entrenada por la CIA, con la complicidad de los Gobiernos títeres de Centroamérica. Hizo justicia, en esa batalla y las demás que librara en el escenario internacional, al apelativo que los pueblos de nuestra América y el mundo ya le daban: Canciller de la Dignidad.

El sobrenombre lo ganó en San JoséCosta Rica, a finales de agosto de 1960. Convencido de que en la OEA las denuncias de Cuba ante la inminente agresión de la CIA nunca encontrarían eco, resonancia ni acogida alguna, pidió la palabra para una cuestión de orden y anunció la retirada de su delegación: “Me voy con mi pueblo y con mi pueblo se van también los pueblos de nuestra América”.

A partir de entonces, en Montevideo y Santiago de Chile; en El Cairo y Argel; en los barrios negros y latinos de Nueva York; en su Habana, cuando retornaba triunfal a la Patria; muchedumbres lo vitorearon como el Canciller de la Dignidad.

Diversos fueron sus pronunciamientos en los foros internacionales en defensa del pueblo vietnamita, y por la independencia de los pueblos de AsiaÁfrica y América Latina. Le tocó, por demás, presidir la Primera Conferencia Tricontinental, efectuada en La Habana en enero de 1966. De aquel encuentro mundial de los tres continentes surgió la Organización de Solidaridad con los Pueblos de AsiaÁfrica y América Latina OSPAAAL.

Foto: Alberto Korda

Le cupo a Roa asimismo, ser el artífice de la integración de Cuba al Movimiento de Países No Alineados desde su fundación, desde donde podíamos denunciar la situación de Cuba y apoyar y defender los problemas del Tercer Mundo con una fuerza propia, ya que constituía un escenario más donde contrarrestar el agravamiento de las relaciones internacionales y la amenaza del imperialismo de recurrir a la fuerza militar para intentar resolver los conflictos a costa de los países del Tercer Mundo.

Pero su batalla diplomática más destacada lo fue, sin duda, el debate en la ONU durante el ataque a Playa Girón, en el que hizo gala de todo su talento, habilidad y maestría para denunciar la criminal agresión.

El debate continuó hasta el día 20 de abril en que dio a conocer el Comunicado Oficial del Gobierno de Cuba informando sobre la aplastante derrota sufrida por las fuerzas mercenarias en las trincheras de las arenas de Playa Girón

Nuestro Canciller de la Dignidad falleció el 6 de julio de1982, hace 38 años.