Por: Rafael Novoa Pupo
La poesía hecha música, fundida en el tiempo con la historia y las tradiciones, es a lo que llamamos la décima repentizada. Este género nació hace siglos en la península ibérica, y ganó visos de cubanidad en los campos de nuestra amada isla. Esa hermosa tradición artística tuvo entre sus más eminentes abanderados a Adolfo Alfonso, un genial artista popular que, con la rima de su verso iluminado, se ganó el amor de todo su pueblo.
Adolfo Alfonso Fernández, nació el 8 de julio de 1924 en los fértiles campos de Melena del Sur, actual provincia de Mayabeque. Cuando apenas tenía 12 años quedó deslumbrado por las décimas que escuchaba en los programas radiales de la época. A los 14 años ya era cantante profesional de tangos, pero la vida tenía reservado para el otro destino, el que quedó sellado cuando a los 16 años, escucho una vibrante controversia entre Angelito Valiente, y el Indio Naborí.
En el memorable año de 1939, Adolfo Alfonso comenzó su carrera de decimista en la emisora CMBF, carrera que ejerció de forma magistral hasta los últimos años de su vida. Sin embargo, el momento de despegue de su trayectoria vendría corto tiempo después, cuando comienza a trabajar en la célebre emisora Las Mil Diez, en un programa dirigido por Justo Vega, y que contaba con un elenco de clase excepcional.
A partir de ahí, el éxito le acompañó siempre en la radio y en la televisión, compartiendo escenario con los mejores artistas de la época, tal como Benny Moré, Miguel Matamoros, Merceditas Valdés, Celia Cruz y muchos otros, lo que acrecentó su prestigio y lo arraigó en el favor del público. Junto a los mejores improvisadores del momento actuó en el estelar programa Los cantores Ariguanabo, primero en la Unión Radio, y luego en Radio Progreso.
Desde la fundación en 1962 del fantástico programa de la televisión cubana Palmas y Cañas, Adolfo participó durante 25 años en sus emisiones junto a Ramón Veloz y Coralia Fernández, el dúo de Celina y Reutilio, Angelito Valiente, Justo Vega, Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí y muchos otros artistas de primera magnitud.
De Adolfo Alfonso se asegura que fue un decimista nato y neto. Pero él mismo afirmó que todo lo logrado en este género de la música cubana se lo debió a su pareja artística y entrañable amigo Justo Vega, de quién expreso: “Justo no ayudó a mi formación, más que eso, fue mi maestro en todos los sentidos de la vida. Me enseñó todo cuanto sé ahora. De este gran poeta guardo un recuerdo tan infinito. Considero que fue un hombre excelentísimo en toda la extensión de la palabra. Además de un poeta magnífico, un poeta muy dedicado a su trabajo, fue una persona con un talento y una personalidad increíble”.
Por el modo peculiar de interpretar la música campesina, por su jocosidad y nivel de improvisación al participar en una controversia, Adolfo Alfonso alcanzó la simpatía y el respeto no sólo de los cubanos, sino también de públicos de diferentes partes del mundo.
Por su meritoria labor recibió significativas condecoraciones nacionales e internacionales, como la Réplica del Machete de Maceo, medallas Antero Regalado, Marcos Martí y Raúl Gómez García , así como reconocimientos del Ayuntamiento de Tijarafe, Islas Canarias, por su labor en el curso de Descubrimiento y Perfeccionamiento del Punto Cubano y, por su labor artística de los Ayuntamientos de Garafía, y del mencionado Tijarafe.
Además fue miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), del Consejo Técnico de la Empresa Antonio María Romeu, y de la Comisión Nacional de Evaluación de los repentistas. Participó en varias giras artísticas, en escenarios de Panamá, Perú, México, Venezuela, España y Angola. Recibió la Orden Félix Varela de 1er grado, la Distinción por la Cultura Nacional, y el Premio Nacional de Música 2004.
En la mañana del 23 de enero de 2012, a los 87 años de edad, Adolfo Alfonso Fernández, falleció debido a una afección cardiorespiratoria. (Con información de Ecured, y Juventud Rebelde)