Un festival mundial, por la solidaridad y la amistad

Por: Rafael Novoa Pupo

Fue en el verano de 1978, cuando el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes saltó las fronteras de Europa, y llegó a una nación tercermundista y de América. En esta ocasión, le correspondió a Cuba ese privilegio, al ser sede de la oncena de estas fiestas, que primera vez se instalaba en el primer país socialista del hemisferio occidental.

En la primera reunión del Comité Internacional Preparatorio del XI Festival, el foro fue cálidamente acogido entre los cubanos y el país trabajó incansablemente para dispensar la mejor acogida, a sus queridos y jóvenes huéspedes.

El Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, aprobó una resolución sobre el Festival, en la cual se expresaba la seguridad de que nuestro pueblo y su juventud sabrían cumplir con honor sus deberes y responsabilidades, para hacer de este evento un nuevo éxito de la Revolución.

De igual forma se pronunció el Tercer Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas en la tesis Cuba, sede del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, discutida por el pueblo en general, y aprobada en el evento.

Aún en la memoria de este realizador, quién integró la pizarra humana que engalanó y dejó inaugurada la cita juvenil, aquella tarde lluviosa del domingo 28 de julio de 1978 en el estadio latinoamericano de la ciudad de La Habana, quedan los recuerdos de la hospitalidad con que todos los cubanos, abrían sus brazos a los representantes de la juventud mundial.

Por sus principales avenidas, repletas de público, transitaron las delegaciones hacia el Coloso del cerro, en un recorrido que incluyó tres kilómetros de cantos, risas, abrazos, alegría y solidaridad de los 18 500 jóvenes, que en representación de 145 países, llegaron a nuestra Patria.

Fueron días intensos previos a la cita, nada quedó fuera del programa del Festival. Se abrieron centros de discusión política, en los cuales se abordaron los temas más importantes del mundo contemporáneo dentro del ámbito juvenil. Funcionó el tribunal “La juventud acusa al imperialismo”, y en él, ante distinguidas personalidades y eminentes juristas, decenas de hombres y mujeres, víctimas de la represión y la tortura, narraron sus testimonios.

Los encuentros entre las delegaciones se desarrollaron en las casas club de los diferentes países. Especialmente en la de Cuba, sus participantes pudieron conversar ampliamente con el líder histórico de la Revolución Fidel castro Ruz, quien hizo cotidiana su presencia.

Un amplio intercambio acerca de temas relacionados con la infancia y la adolescencia, reunió a los delegados e invitados en el Centro Internacional de Amigos de los Niños; mientras que el programa deportivo se desarrolló en el entonces Instituto Superior de Cultura Física de La Habana, donde se organizaron exposiciones, encuentros entre atletas de diferentes países, simultáneas de ajedrez, y encuentros de béisbol, boxeo, motocross, esgrima, atletismo y gimnasia rítmica.

Los teatros, cines, anfiteatros y espacios al aire libre, también fueron escenarios para que cada país expresara su arte mediante conciertos, recitales y galas nacionales.

La noche del 31 de julio, los delegados fueron recibidos en las cuadras de cada barrio, y donde los capitalinos haciendo gala de su hospitalidad, agasajaron a los nuevos vecinos con platos típicos, bebidas y bailes nacionales, así como regalos de artesanía doméstica.

También los delegados conocieron nuestras playas, asistieron al tradicional carnaval habanero, y visitaron lugares de interés histórico, social y económico de la capital. 

Uno de los principales regalos del Festival, fue que durante su celebración Cuba anunció el nuevo Código de la Niñez y la Juventud, documento único en el continente americano. También la hasta ese momento Isla de Pinos, pasó a ser nombrada el 2 de agosto de 1978, Isla de la Juventud, sitio donde los delegados compartieron su alegría con los jóvenes de diferentes países, que estudiaban en las escuelas de ese territorio.

Así mismo quedó inaugurada la Fuente de la Juventud en el centro de la plaza homónima delimitada por las calles Paseo, Primera, y Malecón en el barrio de El Vedado. Hubo además una emisión conmemorativa de 11 sellos por el foro mundial y se compusieron diez temas dedicados a la cita, que fueron editados en un disco por la Egrem y Areíto.

La Plaza de la Revolución José Martí, acogió el 5 de agosto la clausura del XI Festival, donde una vez más, se unieron lado a lado la juventud mundial y el pueblo cubano. Fue una impresionante y masiva manifestación a pesar de las lluvias torrenciales caídas solo a minutos de comenzar el acto final.

Algunos jóvenes en representación de los participantes alzaron sus voces en agradecimiento a nuestro pueblo y resaltaron el compromiso de mantener en alto las banderas de la verdad, y la lucha contra el imperialismo.

Finalmente, un breve discurso, pero lleno de enseñanzas del Comandante en Jefe Fidel Castro, puso fin a la cita juvenil, en la que brillaron especialmente los sentimientos de solidaridad y paz, que inspiraron la esencia, el amor y la entrega, de este Festival. (Con información de Ecured).