Notable pérdida para la cultura cubana: Fallece Pedro García-Espinosa

Nacido en 1931, desde muy joven se vinculó a la Sección de Cine de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo. Foto: Cubadebate.

Por: José Rafael Gómez Reguera

El Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC), lamentó el fallecimiento en la tarde de este 14 de agosto de uno de sus fundadores, Pedro García-Espinosa, director de arte de más de 25 películas, entre estas, varios clásicos del cine cubano como Lucía, Aventuras de Juan Quin Quin y Cecilia. Al mismo tiempo, incansable creador de las artes plásticas, con más de 300 obras y más de 15 exposiciones personales.

La nota dada a conocer significa que su libro Memorias de un director de arte, publicado por Ediciones ICAIC, es un recorrido por su larga experiencia en el cine. Inquieto por la memoria histórica, realizó junto a su hermano Humberto, varios documentales sobre figuras del cine cubano y sobre la Sociedad Nuestro Tiempo. Su trabajo como profesor permitió la formación de otros artistas.

Inclinado hacia las artes plásticas desde su infancia, entró al cine de manos de su hermano Julio García-Espinosa, uno de sus más grandes creadores. Miembro de la Sociedad Nuestro Tiempo, participó en la producción de El Mégano, considerado el antecedente del cine comprometido con la realidad del país.

Es graduado de la Academia de San Alejandro y de Historia del Arte en la Universidad de La Habana. Estudia en el Centro Experimental de Cinematografía de Roma con uno de los escenógrafos más importantes del neorrealismo italiano. A su regreso a Cuba, forma parte de las primeras producciones del ICAIC, El joven rebelde y Realengo 18.

Después trabaja a las órdenes de varios directores de cine cubano y de otros países. Fue uno de los organizadores de los importantes departamentos de Ambientación y Utilería de los Estudios Fílmicos del ICAIC. Pedro, asistido por su sólida cultura, hace aportes esenciales a la Dirección de Arte como una especialidad independiente, que reúne la escenografía, la ambientación y la utilería, en alianza con el vestuario y el maquillaje.

Con su trabajo demuestra que un Director de Arte es un artista y un investigador, que debe asegurar que el artificio del cine sea fiel a los contextos de las historias de cada filme. Su libro Memorias de un director de arte es un compendio de experiencias y enseñanzas prácticas, una clase magistral sobre los retos de la especialidad, un brillante testamento que, junto a su obra, prolonga su vida.

La nota termina expresando condolencias a su familia, amigos y colegas de trabajo, con quienes el ICAIC comparte “el dolor de su partida y la gratitud por una vida dedicada a la creación artística y al cine cubano”.