Emilio Bacardí, orgullo de Cuba

Emilio Barcardí. Foto: internet

Por: Rafael Novoa Pupo

Emilio Bacardí Moreau constituye un auténtico orgullo de Santiago de Cuba. No debiera hablarse de la historia local sin evocar su ejemplar existencia. De ahí la necesidad ciudadana de que las actuales generaciones conozcan sobre lo que hizo y entregó este ilustre patricio por su tierra natal, y por toda Cuba.

Emilio Bacardí Moreau, nació el 5 de junio de 1844 en Santiago de Cuba. Perteneció a la séptima generación de santiagueros, protagonista de las guerras independentistas, y destinada a construir sobre el espíritu de las patrias chicas, la nación cubana. Él encarnó una especie de cacique urbano, un Quijote criollo, siendo el adalid en el proceso de tránsito de Colonia a República en su ciudad. De ahí que sea considerado como el arquitecto del Santiago contemporáneo.

Emilio bacardí, fue patriota, industrial, escritor, periodista, historiador y político, pero por encima de todo cubano. Sus valores humanos, morales y patrióticos lo dotaron de un blasón que pocos mortales atesoran, y como tal, fue venerado por sus contemporáneos.

Aunque a temprana edad los padres lo enviaron a España, el joven Emilio era un cubano de fervoroso espíritu revolucionario, al punto de que, en diciembre de 1868, todavía en los albores de la Guerra de los Diez Años, estuvo involucrado en un fracasado intento de deponer al gobernador del departamento oriental, para instaurar en su lugar una junta democrática de gobierno.

Durante el proceso revolucionario del 95 de nuevo soportó los sinsabores de la cárcel, impuesto por sus nexos con las fuerzas independentistas, y que justo prestigio, gozó entre sus conciudadanos. De ahí que al cese de la dominación española fuera nombrado alcalde de Santiago de Cuba.

En el desempeño de tales funciones creó e inauguró el 12 de febrero de 1899, el museo que hoy lleva su nombre y que tuvo por sede inicial los números 25 y 27 de la calle “Santo Tomás” actual Félix Pena. Así daba con ello un paso importantísimo, en la preservación del legado histórico de los luchadores por Cuba libre.

Significativas obras en bien público fueron llevadas también a cabo durante su mandato local, como fue la reparación constructiva del hospital civil, el alumbrado eléctrico, y la pavimentación de vías públicas en buena parte de la ciudad. Promovió honrar la memoria de próceres y héroes de la Patria con lápidas y monumentos, al igual que la cívica tradición del izamiento de la Bandera cubana cada 31 de diciembre en el Parque Céspedes, en pleno sitio histórico urbano de la sexta villa fundada durante la colonización española, el 25 de julio de 1515.

De igual modo se destacó por su talento en asuntos de economía: fomentó minas y construcción de vías férreas, con lo que contribuyó a una explotación más efectiva de las Minas de El Cobre, considerada la más antigua de las de cielo abierto en Latinoamérica.

Emilio Bacardí, cooperó con el rescate y adquisición de la casa de José María Heredia, el primer poeta romántico de América, fundó la Banda Municipal, y la Academia de Bellas Artes, además creó 32 escuelas para niños y niñas y una para adultos, así como bibliotecas públicas en los barrios, y un museo considerado durante años, como el mejor de Cuba.

Su viuda, Elvira Cape, destinó más de 100,000.00 pesos de su peculio privado para concluir, en obediencia de la voluntad de su esposo, el edificio del Museo Bacardí.

Bacardí no medró como tantos hicieron en su relevante cargo. Tampoco cejó en su empeño de defender la soberanía. Como senador de la república trató en vano de evitar la intervención norteamericana de 1906. De espíritu liberal y progresista, también se manifestó en la concesión de empleos en el ayuntamiento a las mujeres, sobre todo a aquellas cuyos familiares murieron en la contienda por la independencia.

El patrimonio literario cubano debe a su ingenio y pluma, obras como Cuentos de todas las noches, para niños; Vía Crucis, publicada en 1914, “evocación fiel y conmovedora de la tragedia cubana del decenio de 1868-1878”; Doña Guiomar, novela de ficción, aunque basada en algunas personas de la vida real, enmarcada durante el período de 1536 a 1548 de la conquista hispánica en Santiago de Cuba.

En Santa Ifigenia reposan los restos de este santiaguero. Foto: internet

A su muerte en Cuabitas, el 28 de agosto de 1922, quedaron inéditas sus últimas novelas tituladas Filigrana y El doctor de Beaulieu, “odas de atmósfera cubana, de inspiración patriótica, y de factura naturalista, aunque animadas de pasión romántica.

Al decir del sabio cubano Don Fernando Ortiz, “Bacardí fue sapiente sin petulancia, erudito sin arideces, amigo sin reservas, generoso sin ambiciones, paterno sin flaquezas, y cubano, siempre cubano”.

En el entierro de Emilio Bacardí Moreau, expresó conmovedoras palabras el dominicano Federico Henríquez y Carvajal, amigo de José Martí, con las que definió al finado, como «Un diamante de múltiples facetas». (Con información de Ecured y Sierra Maestra).