Por: Alipio Martínez Romero
Es una satisfacción que mi hija o hijo se formen para la vida en ese prestigioso centro escolar de la enseñanza preuniversitaria, garantes del posterior ingreso a centros de la enseñanza superior militar, o de la vida civil. Así he escuchado expresarse con orgullo a muchísimos padres trinitarios y de diversos lugares de nuestra geografía nacional, cuyos hijos se gradúan después como oficiales de las escuelas superiores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
Esas trincheras del saber surgieron con el propósito de contribuir a la educación integral de los hijos de los mártires y combatientes del Ejército Rebelde y de la lucha clandestina, sobre todo de los que ofrendaron su vida y su sangre generosa por un futuro mejor durante la gesta de liberación.
Me refiero a las Escuelas Militares Camilos Cienfuegos, creadas con la estratégica decisión de asegurar la cantera del futuro cuerpo de oficiales de las FAR en todos los sectores y regiones militares del país.
La brillante idea había sido acariciada en los primeros años de la década del sesenta por el entonces Ministro de las FAR, General de Ejército Raúl Castro Ruz, la cual fue también compartida en diferentes momentos con la heroína Vilma Espín.
Al fundarse el 23 de septiembre de 1966 por indicación de Raúl, a estas instituciones se les agregó la necesidad de instruir adecuadamente a los pinos nuevos en las asignaturas militares, históricas y político- ideológicas de quienes conforman la vanguardia, la arcilla fundamental de nuestra obra como calificara el Che a la juventud.
El fundamento brotó de las experiencias similares en otras naciones del mundo, las cuales constituyeron puntos de mira para las escuelas de cadetes, base de la preparación educacional requerida de los estudiantes en todas las especialidades de acuerdo al arte militar contemporáneo y al desarrollo de la sociedad moderna.
Al inicio se pensó para distinguirlas en toda la isla con nombres de ilustres e insignes patriotas del Ejército Libertador, por ejemplo, Escuela Militar Ignacio Agramonte y Loynaz, o Quintín Banderas, entre otros, pero al final se decidió por el del Comandante del Ejército Rebelde Camilo Cienfuegos Gorriarán.
La primera de su tipo se ubicó en el local de la antigua Loyola Military Academy en la carretera central hacia Pinar del Río, a 1½ Km. del puente de la Novia del Mediodía, en áreas cercanas al pueblo de Punta Brava del municipio La Lisa, en la provincia La Habana. Se denominó Unidad Militar 4914, en honor al número que identificó como preso político en el otrora Presidio Modelo de Isla de Pinos el joven abogado Fidel Castro Ruz, devenido Comandante en Jefe de la Revolución Cubana.
A esta asistieron los padres de Camilo y el Jefe de la Dirección de Preparación Combativa del entonces Estado Mayor de las FAR, Comandante José Ramón Fernández Álvarez, además de la Capitán Asela de los Santos Tamayo, la cual fungía como Jefa de la Dirección de Enseñanza y Escuelas Militares “Camilo Cienfuegos” del Estado Mayor General.
En el uniforme de los estudiantes, entonces solo varones provenientes principalmente de las montañas orientales, aparecía un logotipo donde se destaca el perfil facial de Camilo con sombrero alón; no usaban gorra, sino un sombrero de tela. Ello, unido a su condición de infantes, propició que a los de ambos sexos los identificaran por sentimiento y afinidad “Camilitos”, lo cual perdura hasta nuestros días tanto a las nuevas generaciones de trinitarios y de otros lugares de esta nación encargados de mantener el ejemplo de Camilo Cienfuegos en la imagen del pueblo.