José María Pérez Capote, líder de los trabajadores del transporte

Por: Rafael Novoa Pupo

Cuando el 20 de noviembre de 1957, en la esquina de Carlos III y Belascoaín, en La Habana, miembros del Buró para la Represión de Actividades Comunistas, detuvieron a José María Pérez Capote, asestaron un rudo golpe al movimiento sindical cubano.

Para entonces, sobre sus hombros descansaba la dirección de la organización obrera asumida en 1952, cuando el régimen de facto impuesto por el general Fulgencio Batista el 10 de marzo de ese año, impidió la entrada al país del secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba, Lázaro Peña González.

Tenaz defensor de los derechos de los trabajadores desde que se inició en las rutas 16,17 y 18, con sede en la terminal de ómnibus de Palatino, los compañeros de labor de José María no tardaron en elegirlo miembro del comité sindical. También era miembro del Departamento Juvenil de la Confederación Nacional Obrera de Cuba y de la secretaría de propaganda del Sindicato Nacional de Obreros del Transporte.

Por su militancia en Defensa Obrera Internacional y en la Liga Juvenil Comunista, Rubén Martínez Villena, máxima figura del Partido Comunista de Cuba, tras el asesinato de Julio Antonio Mella, le encomendó la dirección del Club Juvenil Cultural Deportivo Obrero de la barriada de Luyanó, y la atención a los trabajadores de Luyanó, Lawton, Diez de Octubre, Santos Suárez, parte del Cerro y Guanabacoa, que en conjunto concentraban numerosos centros industriales.

Presente siempre en la lucha de las masas populares contra el tiránico régimen de Gerardo Machado, estuvo entre los organizadores de la huelga que lo derrocó el 10 de agosto de 1933, al igual que en cuanta acción de protesta emprendían los trabajadores, a quienes continuamente convocaba a unirse en defensa de sus derechos.

Su cada vez más creciente prestigio, lo situó entre los compañeros con que Lázaro Peña contó cuando el Partido Comunista le encomendó la misión de reorganizar el movimiento sindical, el cual tras la fracasada huelga general de marzo de 1935 había quedado desmembrado, y sus principales dirigentes sometidos a constante persecución.

Entonces, bajo la orientación de Lázaro Peña, se desplegó una intensa labor de reorganización de los sindicatos, que culminó en enero de 1939 con la fundación de la Confederación de Trabajadores de Cuba, y con ella la consecución de la ansiada unidad.

Las cualidades de José María como dirigente sindical, determinaron su elección para la secretaría general de la Federación de Trabajadores de La Habana. Con igual cargo encabezó la Federación de Trabajadores de la Provincia de La Habana, responsabilidad que le facilitó establecer estrechas relaciones con dirigentes de todos los sectores.

En su quehacer sindical llamaba constantemente a la unidad de todos los trabajadores, y dirigía las frecuentes protestas de estos, se movilizaba a favor de los que resultaban detenidos, y denunciaba tales hechos ante los órganos de prensa. Además, desde el escaño que en 1940 ocupó como representante a la Cámara, defendió los intereses del proletariado.

José María Pérez Capote, se opuso a la división del movimiento obrero sembrada por Eusebio Mujal en 1947 con el apoyo de pandillas gansteriles que asaltaron los sindicatos, porque estaba firmemente convencido de que únicamente mediante la unidad los trabajadores, podían garantizar la defensa de sus intereses.

Al respecto, en la asamblea constitutiva del sindicato de los guagüeros, celebrada el 2 de noviembre de 1948, precisó: “Limpiar a nuestro movimiento obrero de esta escoria representa un sacrificio, pero también en época de Machado y en el año 35 se imponía sacrificio para desafiar a los mandones de turno y a los traidores sometidos a aquella situación.  También ahora haremos lo mismo, no importa que en ello vaya nuestra propia vida (…)”.

Fue un principal promotor de la creación del Comité Nacional por la Defensa de las Demandas y por la Democratización de la CTC, constituido a fines de 1955. Durante su primera conferencia, en abril de 1956, insistió en la necesidad de lograr la unidad sindical.

Acerca de la importancia de esta precisó que no era una suma, sino una multiplicación de fuerza. La unidad así interpretada, tiene que estar limpia de todo concepto sectario y limitativo, ha de ser una unidad amplia, ha de abarcar a todos, sin otro requisito que el que obligue a todos a entenderla y laborar por ella, como si fuera cosa propia, dándole toda la energía y toda la atención que ella demanda.

Por su indetenible batallar a favor de los trabajadores, y su especial ascendencia en el sector del transporte, el régimen batistiano lo culpaba de la agitación y rebeldía prevaleciente entre quienes laboraban en la Cooperativa de Ómnibus Aliados.

Nacido el 29 de septiembre de 1911 en la finca San Vicente, en San Antonio de los Baños, cuando lo detuvieron, pocas semanas después de haber cumplido 56 años de edad, José María Pérez Capote había inscrito su nombre con letras indelebles en el historial del movimiento sindical cubano. Por eso, con su asesinato, el régimen solo logró potenciar su ejemplo, y su voz de sindicalista inclaudicable. (Con información de Revista Bohemia y Periódico Trabajadores).