José Maceo Grajales, el León de las Tres Guerras de independencia

Por: Rafael Novoa Pupo

Por su intransigencia revolucionaria y su historia que es casi de leyendas, los cubanos conocemos al dedillo la vida del General Antonio Maceo, el Titán de Bronce. Sin embargo, de esa familia de mambises, no fue Antonio el único grande, pues otro participante en las tres guerras por la independencia que escribió con letras doradas su nombre en la historia de Cuba, fue José Maceo, conocido como el León de Oriente.

Su verdadero nombre era José Marcelino Maceo Grajales. Nació el 2 de febrero de 1849, en la finca La Delicia, en Majaguabo, San Luis, antigua provincia de Oriente. En materia de educación recibió solo la instrucción primaria. Sus padres lo dedicaron desde muy temprano a las labores del campo. Se incorporó al Ejército libertador junto a su hermano Antonio el 12 de octubre de 1868. Ese mismo día tuvieron su bautizo de fuego en Tí Arriba, bajo las órdenes del capitán Juan Bautista Rondón.

El 30 de septiembre de 1874, José Maceo fue nombrado jefe del regimiento de infantería Santiago. Con anterioridad, ya había peleado en Camagüey y en Oriente. Fue un firme opositor de la sedición de Lagunas de Varona en 1875, y rechazó los planes antiunitarios de los sediciosos de Santa Rita, dos años después. El León de Oriente fue una de las principales figuras de la Protesta de Baraguá que tuvo lugar el 15 de marzo de 1878. Dos días más tarde, recibió el mando de una columna volante para continuar la guerra.

El 9 de mayo de 1878, el Titán de Bronce embarca hacia Jamaica y José se mantuvo por la zona de Palma Soriano hasta el 4 de junio de 1878, cuando depuso las armas en San Luis. Sabía que no iba a ser por mucho tiempo, pero ante la situación del ejército deprimido, y la asamblea disuelta no le quedó otro remedio.

En las calles de Santiago de Cuba, junto con Guillermón Moncada y Quintín Bandera, fue José Maceo uno de los que marcó el inicio de la llamada Guerra Chiquita en el sur de Oriente. El 26 de agosto del año 1879, se escuchó en su voz el grito de ¡Viva Cuba Libre!

Durante esa época la labor de José Maceo fue intensa. Libró varios combates y el 4 de junio de 1880 embarcó por Guantánamo con rumbo a Jamaica. Encontrándose en altamar fue apresado por un cañonero español y conducido a Puerto Rico. Mes y medio después, lo enviaron a las islas Chafarinas, de donde luego de variadas fugas y nuevas prisiones, logró escapar cuatro años después.

El León de Oriente regresó a Cuba junto con su hermano Antonio en la expedición de la goleta Honor, que bajo el mando del mayor general Flor Crombet desembarcó por Duaba, Baracoa, el 1 de abril de 1895.

El día 10 de ese mismo mes cayó Flor, en Alto de Palmarito, y José quedó aislado. Tras una verdadera odisea, ocho días más tarde logró hacer contacto con un pequeño destacamento subordinado al entonces teniente coronel Prudencio Martínez. El 25 combatió a una columna española en Arroyo Hondo y el 28 de abril de 1895 fue ascendido a mayor general.

Después del combate de Jobito 13 de mayo de 1895 quedó al frente de los regimientos Moncada y Crombet, con los que iba tomando cuerpo la 1ra división, cuya jefatura asumió. Le siguieron los combates de Santa Fe, La Esperanza, Santa Rosa, Yateras, La Soledad, Santa Lucía, San Andrés, Loma de la Cruz, Santa Rosa, Baconao, Guantánamo, Casa Soto, El Desierto, La Galleta, Santa Rita de Burenes, Sao del Indio y otra vez Jobito.

El 20 de octubre de 1895 su hermano Antonio le entregó el mando de la provincia oriental 1er y 2do cuerpo. Ocho días más tarde se despidieron y Antonio continuó con su marcha invasora hacia occidente. El 6 de diciembre de 1895, el general en jefe ratificó en el mando del Departamento Oriental a José con carácter interino. Nueve días después recibió una herida de bala en la pierna derecha durante el combate de La Juba.

La muerte lo sorprendió en la batalla, nueve días más tarde, con la temeridad de los de su estirpe. En un combate en la Loma del Gato cayó derribado con un balazo en la cabeza. Sus compañeros de luchas ocultaron celosamente su cadáver para que no fuera profanado por los españoles. Era también de bronce aquel león. Era también titán aquel guerrero. Su muerte fue una sensible pérdida para la Revolución y abrió en las filas del Ejército Libertador, un claro difícil de superar. (Con información de Radio Artemisa y Ecured).