Jorge Agostini. Destacado luchador y deportista cubano

Por: Rafael Novoa Pupo

En la noche del jueves 9 de junio de 1955, mientras uno de los adulones de la tiranía batistiana ponderaba por televisión el supuesto respeto a los derechos humanos del régimen, elementos de la policía dejaban un cuerpo sin vida, en un centro de atención médica del Vedado. Al conocerse la identidad del occiso, un gran revuelo se armó en el país: era Jorge Agostini, multicampeón centroamericano de florete, medallista panamericano y participante de los Juegos Olímpicos de Londres en 1948.

Los forenses, certificaron que había fallecido por hemorragia interna a causa de 21 perforaciones de arma de fuego, recibidas a una distancia menos de un metro de sus agresores. Muchas de las heridas las tenía en la espalda, a la vez que sus manos no presentaban evidencias, de haber disparado.

Según la versión del propio gobierno, una gran operación policial había sido montada para aprehender a Agostini. Y eso era lo que la opinión pública no entendía, porque al ex atleta no lo requería autoridad judicial o policíaca alguna, y estaba comprendido junto a los moncadistas, en la amnistía del 15 de mayo último.

Cierta versión, atribuida a los vecinos de la calle del Vedado donde acaecieron los hechos, aseguraba que el teniente Julio Laurent, de triste recordación en el Servicio de Inteligencia Naval, lo había detenido personalmente. “Dése preso. No puede escapar”, dicen que dijo.

Dos individuos lo sujetaron y comenzó la golpiza. Hubo hasta culatazos sobre la nuca. Entre malas palabras a toda voz se oyeron disparos, luego algunos aislados, como tiros de gracia. Después el silencio, roto por el ronroneo de autos al encenderse, y alejarse del lugar.

A la hija de Agostini, cuyas amigas la agasajaban pues contraía matrimonio el sábado siguiente, fueron a avisarle en medio de la fiesta. Acompañada de ellas y de su futuro esposo, se presentó a reclamar el cadáver. Los policías entraron en pánico, y solo la dejaron pasar con dos personas más.

Un oficial sudoroso se les acercó: “Tan pronto el juez lo disponga podrán recogerlo”. Los periodistas se le acercaron a la muchacha, y un reportero de un diario que apoyaba a la tiranía, le lanzó una pregunta. “Ustedes saben bien lo que ha pasado”, replicó la muchacha.

Jorge Agostini nació en Mayarí el 5 de febrero de 1910. Ingresó a los dieciséis años de edad en la Escuela Naval del Mariel. Allí se graduó de alférez de fragata en 1931. Participó en conspiraciones contra la tiranía machadista, y en 1933 tuvo que marchar al exilio.

Regresó a la caída del régimen y se vinculó con Antonio Guiteras y sus seguidores. Durante la tiranía Batista-Caffery-Mendieta, tuvo que salir nuevamente del país. Desde Estados Unidos marchó hacia España a luchar contra el fascismo. Intervino con el grado de comandante, en diversos combates navales.

Retornó a Cuba en 1940, y se reincorporó a la Marina de Guerra de Cuba. Fue profesor de artillería en la Escuela Naval del Mariel y durante la Segunda Guerra Mundial, recibió un curso de táctica antisubmarina en los Estados Unidos.

También tuvo tiempo para practicar deportes. Fue Campeón de florete individual y de esa arma y de espada por equipos en los Juegos Centroamericanos de Barranquilla en 1946. Cuatro años después, en la cita de Guatemala, fue subcampeón individual en florete, y oro por equipos.

Participó en los Juegos Olímpicos de Londres 1948 sin llegar al podio. En 1951, durante los primeros Juegos Panamericanos, logró plata en florete por equipos. Desde el mismo 10 de marzo de 1952 se opuso a la tiranía batistiana. Por sus actividades revolucionarias tuvo que exiliarse de nuevo. Retornó con la amnistía en 1955.

Otra vez en el diario La Calle se alzó la voz de Fidel cuando expresó: “Fue asesinado, no cabe la menor duda… No se les dan tantos balazos a un hombre para que no escape, tales rasgos en el cuerpo de la víctima solo se presentan cuando hay ensañamiento, cuando se le dispara incluso en el suelo”.

Entonces se preguntaba Fidel: “¿Quedará sin castigo la salvajada? ¿Tiene acaso un grupo de hombres el derecho de arrancar la vida a sus semejantes con más impunidad que la que tuvieron nunca los peores gansters?”. Solo después del Primero de enero de 1959 se logró al fin hacer justicia.

Con información de Cubahora y Cubadebate