20 de enero de 1831: es condenado a muerte el poeta y revolucionario cubano José María Heredia

El autor de Oda al Niágara y del Himno al Desterrado, entre otras obras memorables, moriría ocho años después, en Estados Unidos, adonde pudo escapar

Por: Rafael Novoa Pupo

El 20 de enero de 1831, las fuerzas coloniales condenaban a muerte al poeta cubano José María Heredia porque sus ideas políticas representaban un peligro para esos gobernantes, pero no lograron el propósito. El cantor del Niágara falleció ocho años después. Y es que gracias a unos amigos se trasladó hacia Estados Unidos, país donde continuó alimentando sus ideas libertarias, a partir del desarrollo de su intensa vida intelectual y en correspondencia con sus principios democráticos.

De Heredia expresó Martí, que antes le faltaría calor al corazón que orgullo y agradecimiento, para recordar que fue hijo de Cuba aquel de cuyos labios salieron algunos de los acentos más bellos que haya modulado la voz del hombre.

En sus versos se evidencia la transformación en su pensamiento: “Que si un pueblo su dura cadena/No se atreve a romper con sus manos/Bien le es fácil mudar de tirano/Pero nunca ser libre podrá”.

José María Heredia nació en Santiago de Cuba en 1803. Su padre, funcionario de la administración judicial española y hombre culto, vigilaba personalmente la educación de su hijo, quien era un niño precoz, al extremo de que aprendió a leer a los tres años. Luego, en la adolescencia demostró una amplia y sólida cultura.

Su despertar patriótico e independentista lo reflejó en la literatura que dejó para las generaciones futuras, creando una poética singular, calificada por críticos y especialistas como verdadera lírica revolucionaria, en la cual manifestó su preocupación humanista y su espíritu cívico responsable.

José María Heredia, iniciador de la tradición poética patriótica y revolucionaria, y quien según José Martí “despertó en su alma la pasión inextinguible por la libertad”, se vio complicado, por sus ideas políticas, en la conspiración de los Soles y Rayos de Bolívar, al ser delatada esta intentona por obtener la independencia.

Entre sus mejores poemas se encuentran aquellos donde expresó su visión de la naturaleza, y, sobre todo, las ansias anticoloniales de su pueblo.

Así figuran el “Niágara”, “La estrella de Cuba” y “El Himno del Desterrado”, verdaderas joyas del siglo XIX y poética vivaz de un hombre, que aunque lejos, vivió para amar a su país. (Con información de Radio Enciclopedia, Cubarte y Verbiclara).