El 7 de febrero de 1958 es asesinado el combatiente clandestino Gerardo Abreu (Fontán), miembro del Movimiento Revolucionario 26 de Julio
Por: Rafael Novoa Pupo
El 7 de febrero de 1958, luego de ser detenido y sometido a crueles torturas, es asesinado el combatiente clandestino Gerardo Abreu (Fontán), cuando contaba 26 años de edad.
El joven había nacido en un hogar muy humilde en Santa Clara el 24 de septiembre de 1932, creció en una sociedad que le negaba todas las oportunidades por ser negro y pobre. Por eso no es de extrañar que se uniera al Movimiento 26 de Julio, del cual llegó a ser uno de los jefes más valerosos en la capital del país.
Por esa doble discriminación, su condición de trabajador humilde y ser negro, forjó en él la rebeldía que lo condujo a ingresar en el Partido Ortodoxo, y al producirse el cuartelazo del 10 de marzo de 1952 se incorpora al combate frente al tirano con 20 años.
Después de ser amnistiados por la presión popular los asaltantes de los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo regresa a Cuba Antonio (Ñico) López, quien había ido al exilio junto con su líder Fidel Castro Ruz, para cumplir la tarea que él le encomendara de organizar las brigadas clandestinas de acción del Movimiento 26 de julio (M-26-7) en la capital.
En esta tarea colaboró activamente el joven Gerardo, inicialmente en tareas de propaganda y logró que cada amanecer apareciese en las calles habaneras letreros con consignas revolucionarias.
Cuando Ñico López partió de nuevo hacia México para enrolarse en la expedición del Granma, Fontán, como era ya conocido, asumió la dirección de las brigadas clandestinas y desplegó una actividad tan intensa que atrajo sobre sí la atención de la tiranía que empezó a perseguirlo tenazmente.
Una de las acciones organizadas por el joven revolucionario que tuvo enorme repercusión en la capital fue la colocación de más de 100 bombas en una sola noche.
Luego del desembarco del Granma las actividades de Fontán se multiplican, realizando diversas y riesgosas acciones. Las fuerzas represivas lo persiguen, pero él desarrolla su misión revolucionaria en la más absoluta clandestinidad. En ese período crece el odio de los sicarios contra el infatigable combatiente, quien se gana la admiración, el respeto y el cariño de los otros dirigentes del Movimiento y de los hombres que combatían bajo sus órdenes.
El 6 de febrero de 1958, es identificado por los esbirros de Esteban Ventura Novo y perseguido hasta la calle Santa Rosa, donde lo detuvo una perseguidora que transitaba casualmente por allí. Es conducido a la Novena Estación de Policía donde lo torturan brutalmente para obtener información sobre quienes integraban el Movimiento 26 de Julio en La Habana y del lugar donde se ocultaban las armas, sin obtener de él una sola palabra.
Su cadáver presentaba 15 perforaciones producidas por armas de fuego y 57 punzonazos; le habían cortado la lengua y sus órganos genitales estaban completamente destrozados, pero ni aun así pudieron doblegar al valiente revolucionario. Al día siguiente su cadáver apareció al lado del edificio de los Tribunales de Justicia, en lo que es hoy la Plaza de la Revolución.
Sobre Fontán, en el acto por el aniversario 50 de su asesinato, expresó Ricardo Alarcón de Quesada, entonces miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba y presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular: “Hoy les hablo del jefe más querido, del que tanto aprendimos, quien nos sigue dando fuerza y nos guía, ahora y siempre, con su modo sabio, suave y firme de dirigir”… “Llegó a ser para nosotros un mito. Él, que no había avanzado en la enseñanza elemental, dirigió a los jóvenes y estudiantes de la capital y ninguno dudó nunca que Gerardo era el más capaz, el más sensible, el más profundo de nuestros compañeros”. (Con información de la Agencia Cubana de Noticias y la Contraloría General de la República).