El 3 de mayo de 1960 llegan los primeros maestros voluntarios a la Sierra Maestra, tras el llamado de Fidel para erradicar el analfabetismo en Cuba
Por: Rafael Novoa Pupo
El 3 de mayo de 1960 respondiendo a un llamado de Fidel llegan los primeros maestros voluntarios a la Sierra Maestra, quienes marcaron una pauta en la historia de la Educación en Cuba porque su semilla germinó, creció y se ramificó en un sistema educacional sólido y dialéctico referente para el mundo.
Justo ese día al arribar más de 4000 jóvenes de las ciudades, que en su mayoría nunca habían subido una loma, provistos de lo indispensable, marcaron el viraje total de la actividad educacional en función de los intereses de los más desposeídos.
Un año antes, en el I Congreso Nacional de la Educación Rural, se propuso la creación de 10 mil aulas rurales para dar empleo a 5 mil maestros. En las montañas debían entrenarse, y miles de jóvenes se presentaron a pasar las pruebas, capacitarse para después ir a enseñar al lomerío.
Era necesario desterrar los datos espeluznantes de analfabetos y semianalfabetos que encontró la naciente Revolución. En Cuba más de 600 mil muchachos no tenían escuelas y un millón de ciudadanos no sabían leer ni escribir. Convicciones precisas movían aquellos pies para dirigirse a las direcciones donde serían inscritos jóvenes de más de 16 o 17 años.
Era este el momento de sumarse y contribuir con la naciente revolución. Se ofrecía la oportunidad de actuar y reafirmar los principios revolucionarios, haciéndose Maestro.
El Comandante en Jefe Fidel Castro había llamado a mil jóvenes y se sumaron más de 4 mil. Se había cumplido el compromiso, en su primera fase, con la Patria. Comenzaba la etapa de abrir escuelas y enseñar a niños y adultos a leer y escribir. No se debe olvidar que, desde la lucha en la Sierra, el Che impartía clases a los soldados de su tropa y que Raúl había creado en el II Frente Oriental, durante la lucha armada en 1958 un movimiento de Maestros Rebeldes.
Un años después, en 1961, se formarían las Brigadas de Alfabetizadores, con las que se erradicaría el analfabetismo en todo el archipiélago cubano; seguirían las Brigadas Frank País, formadas en el Centro de Capacitación de Minas del Frío, los Makarenkos y otros maestros que se dedicarían a educar a la inmensa porción del pueblo que no había tenido escuelas nunca y así cumplir con aquella idea, quizás una de las más hermosas y ambiciosas por su magnitud, de las que tenían los lugares más importantes en el intento de obtener la libertad con los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes y que el Comandante en Jefe señaló en su alegato La Historia me Absolverá: llevar a niños y adultos la luz de la enseñanza.
Cuba tiene en la educación un estandarte que ondea vigoroso porque se estableció bajo el principio martiano de que “Ser cultos es el único modo de ser libres”, y porque desde los maestros voluntarios hasta los más encumbrados pedagogos de hoy se forja al futuro conscientes como Martí de que “La educación es el único medio de salvarse de la esclavitud”. (Con información de Ministerio de Educación Superior en Cuba, Ecured y Televisión Camagüey).