Sancti Spíritus siempre ha sido una de las provincias con mayor plan de capturas, por encima de las 3 000 toneladas cada año. Hoy la realidad es otra. Y paradójicamente a la falta del alimento en esta provincia, desde mayo se le ha estado vendiendo pescado entero o en forma de tronchos a varios territorios del país, entre ellos: Cienfuegos, Villa Clara, Caibarién y Mayabeque, debido a las dificultades con el frío
Durante varios días Francisco Rodríguez, un jubilado residente en la zona de Olivos I, ha hecho cola en los alrededores de la pescadería de la Avenida de los Mártires, en la ciudad cabecera, para adquirir productos sin que logre “pescar” alguno de los que allí se expenden, porque las distribuciones son intermitentes, no tienen un horario fijo para su arribo o quedan pendientes para otra ocasión.
Por casualidad, mientras intentaba adquirir un pan en el establecimiento continuo, le escuché decir al señor: “Ya es tarde y debo prepararme para entrar al turno de guardia, donde estoy recontratado, he permanecido aquí casi todo el día y hasta ahora, pasadas las tres de la tarde, no ha entrado el carrito con la mercancía. ¿Qué le digo a la vieja cuando me vea llegar con la jaba vacía?”, mientras compartía su preocupación con otras dos personas que también esperaban en vano el surtido.
Y no se trata de que los alimentos conformados que allí se venden resulten tan baratos, pero al menos pueden contribuir a mejorar la variedad de proteínas en la mesa familiar.
Escambray salió tras la ruta del pescado, con la premisa de que Sancti Spíritus siempre ha sido una de las provincias con mayor plan de capturas, por encima de las 3 000 toneladas cada año, al tener el privilegio de contar con el embalse Zaza, considerado el más grande de la isla.
Para sorpresa de todos, los expertos en acuicultura aseguran algo que con anterioridad los pescadores habían alertado: “Hay poca manifestación de los peces”, o mejor, no hay cómo atraparlos, porque los altos niveles de maleza se han apoderado de las áreas de la presa y ahí es donde se esconden, lo cual dificulta las operaciones de extracción.
Claro que a ello se unen otros inconvenientes, como la falta de pescado en el resto de los embalses de la Acuicultura en la provincia, 11 en total, a los cuales desde hace más de cuatro años no se les depositaba un solo alevín para su desarrollo, porque toda la producción de ciprínidos se la tragaba la Zaza. Sin contar los asuntos relacionados con combustible y otros recursos, que afectan el normal desempeño de las pesquerías.
Pero lo que Francisco no sabe es que detrás de todos estos problemas, que inciden directamente en la cadena productiva —esa que comienza en la Estación de Alevinaje con la reproducción de las especies, que luego se depositan en los embalses y que continúa con las capturas en el cultivo extensivo—, están también otros trances que frenan el normal desempeño de las capturas y, por tanto, el proceso en la industria.
Al decir de Miriam Solano Valle, especialista en Acuicultura en la Empresa Pesquera de Sancti Spíritus, desde mayo se le ha estado vendiendo pescado entero o en forma de tronchos a varios territorios del país, entre ellos: Cienfuegos, Villa Clara, Caibarién y Mayabeque, debido a las dificultades con el frío, un asunto que ha estado relacionado con roturas en el túnel de congelación y, en otros momentos, con la paralización de las dos plantas de hielo, sin las cuales resulta imposible la producción.
La situación preocupa, no tanto a los empresarios, que a fin de cuentas le dan un destino al pescado, sino a los espirituanos, esos que muchas veces aguardan lo que llega a las casillas para asegurar su alimentación, ya sea mediante el consumo de los embutidos, la masa de croquetas, las hamburguesas, los chorizos o el picadillo condimentado de carpas, entre otros productos elaborados en la planta de conformados de la industria, la cual se nutre de la materia prima que aportan las capturas de distintas especies acuícolas.
A la vista de todos está el desabastecimiento y también la variante de emplear hasta la carne de cerdo, cuando se puede adquirir, como extensor de los conformados que salen de la industria, pero a un precio muy por encima del que tendrían estos alimentos si se utilizara el pescado como materia prima principal. Sin embargo, nos damos el lujo de venderles a otras provincias nuestras capturas, no las que nos sobran, como sucedió en años anteriores, sino las que deberíamos procesar aquí para el consumo de la población.
Las perspectivas de reparar y que funcionen establemente las plantas de hielo o el propio túnel de congelación son inciertas, porque dependen de la innovación más que del recurso, la pieza original o la importación que a veces navega y no llega en tiempo a su destino final. Pero ante estas disyuntivas, hay quienes preguntan: ¿por qué no se vende el pescado fresco, eviscerado o troceado en las casillas? Y no sería una idea descabellada, pues existen varias formas de elaborarlo y hasta conservarlo en casa, tal y como se lo vi hacer a un vecino, que salaba las bandas de carpas como bacalao e, incluso, las molía convirtiéndolas en picadillo.
Lo que sí está claro es que en tiempos de escasez no podemos botar el sofá, mandando nuestro pescado para otras provincias, antes de comprobar si en realidad los espirituanos compran o no el pescado que les podemos ofrecer; mucho menos en estos tiempos, cuando resulta cada vez más difícil asegurar la alimentación. (Tomado de Escambray).