Réquiem a mi padre deportista

Por: Joaquín Gómez Serra

Desde que nací mi padre fue un ser que siempre aparecía para aplaudir mis últimos logros. Cuando me iba haciendo mayor, era una figura que me enseñaba la diferencia entre lo mal y el bien. Durante mi adolescencia era la autoridad que me ponía límites a mis deseos. Desde que llegué a adulto, fue el mejor consejero y amigo que siempre tuve.

Por eso, este domingo, entado en la pequeña pausa de mi camino, muchos pensamientos se agolpan en mi mente, pensamientos de agradecimiento que tengo que ofrecerte, PADRE.

En este día tan especial y a la vez diferente,  muchos no te saben dar  el verdadero valor que mereces, en una  ocasión propicia  para echarte nuestro brazo encima del hombro en este nuevo junio, que para los que por suerte, te tienen a su lado.
Ahora, que yo también lo soy,  comprendo lo muy dura que puede ser la vida de un padre, que quiere ofrecerle todo lo que más puede a sus hijos. Por eso hoy valoro más los sacrificios que hiciste  para llevarme de niño a deportista, sin importarte tiempo, sufrimientos, y muchas horas también de entrenamientos junto a nosotros, tus hijos, en aras de llegar a la meta; ser un deportista del mañana.

Es hora de echar a un lado la jornada del entrenamiento deportivo, alcemos nuestros brazos, no con una palanqueta, ni una jabalina, sino en estas 24 horas de permiso, para tú y yo, mi padre, alzar una copa, y brindar por la vida, esa que tú me distes.

También mañana será un día que invita al recuerdo a las mujeres, madres e  hijos de todas las edades  que padecen el desconsuelo de haber perdido a sus padres. ¡Alegría a quienes disfrutan las caricias de sus insomnes pupilas! ¡Regocijo en el recuerdo a quienes rememoran  a sus eternos padres!
Por eso en este día padre, no solamente vengo a felicitarte, sino a agradecerte todos tus esfuerzos y enseñanzas, con las cuales aportaste tu sabia en aras de llevarme a ser,  quien soy yo ahora, un deportista de nuestra Revolución, y un hombre derecho, de moral amplia y de mirada segura hacia el futuro. Te renuevo las gracias, mi viejo lindo, por la vida que me diste y el amor sin igual que siempre te tuve. Te amo papá.