Sin embargo, los especialistas insisten en que allí existe un grupo de ilegalidades que deben corregirse
Por: Mary Luz Borrego Díaz
Las incertidumbres y cuestionamientos que durante los últimos años han rondado la preservación de la Ciudad Museo del Caribe por el momento toman un respiro con una oración esencial: “Los valores universales del patrimonio de Trinidad no peligran para nada”, aseguró Ciro Rodríguez, subdirector de Control en la Dirección Provincial de Planificación Física.
Muchas opiniones consideraban que la sureña villa podría perder su condición de Patrimonio Mundial de la Humanidad, otorgada por la Unesco en 1988, debido a múltiples ilegalidades surgidas a partir de ese propio nombramiento, cuando comenzó a abrirse al mundo con una acelerada comercialización de sus espacios, lo cual incluyó importantes modificaciones a su entorno urbano para ofertar hostales, restaurantes, plazas artesanales y las más diversas opciones del trabajo por cuenta propia.
“En abril de este año tuvimos la visita del Instituto de Planificación Física dirigida a Trinidad que evaluó ese centro histórico y detectó irregularidades. Trinidad era una ciudad puramente doméstica, tranquila y de la noche a la mañana se convirtió en una ciudad comercial. Las personas hicieron transformaciones, algunas consultadas y otras no. Recientemente, la señora Katherine Muller, directora de la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la Unesco, dijo que el valor universal excepcional de la propiedad del patrimonio mundial en Trinidad ha sido conservado y esa opinión experta es un aliciente”, comentó el directivo.
Entre los parámetros valorados con dificultades se encuentran los cambios de fachada y las transformaciones en el perfil urbano con crecimiento de estas, las mutilaciones en la carpintería o las rejas, instalaciones de medios técnicos como equipos de climatización en los frentes, cambios de color sin respetar los tonos originales establecidos, carteles lumínicos sin adosar a los muros, contadores eléctricos en los frentes y crecimientos en segundos niveles visibles desde el exterior.
“Muchas de estas transformaciones, que afectan la imagen de la ciudad, son sencillas de resolver, ya se están solucionando algunas, los aires acondicionados y los carteles lumínicos lo que tienen que hacer es retirarlos, adosarlos a la pared. Hay algunas situaciones de crecimiento de segundo nivel que se ven de la calle que los expertos tendrán que evaluar si se quedan o cómo transformarlas. No es que en Trinidad no se puedan construir segundos niveles, pero las viviendas, fundamentalmente de la zona A y B, no deben recibir cambios por ningún concepto, ahí están concentrados los museos, las plazas, plazoletas, las casas que más valores arquitectónicos tienen y todo eso tiene que preservarse. Cualquier alternativa debe ser a partir del consentimiento de la Oficina del Centro Histórico”, precisó Ciro Rodríguez.
Entre las violaciones de mayor complejidad para resolverse aparecen las construcciones de segundos niveles apreciables desde el exterior: “Se les pueden hacer enmascaramientos arquitectónicos concebidos por los especialistas. Hay otros casos en que lo hicieron sobre viviendas de altísimos valores, son un mínimo, esos sí van a tener que demolerlos. Las transformaciones que se le han hecho al centro histórico de cambios de fachada, volumetría, publicidad y propaganda, y actividad por cuenta propia, todas esas irregularidades y violaciones tienen que restablecerse por la persona que cometió la acción. Todo esto se puede resolver, es resultado del descuido y la indisciplina”.
Actualmente en la sureña villa se labora en un Plan general de ordenamiento urbano, que incluye la zona también patrimonial del Valle de los Ingenios, y se extenderá hasta los asentamientos costeros como Casilda y la zona montañosa donde radica Topes de Collantes.
(Tomado de Escambray digital)