Aquel largo y extraordinario hecho de la historia de Cuba, iniciado por Céspedes el 10 de octubre de 1868, se registró en grabados y dibujos referidos a la epopeya a los largo una década y aunque casi todos provienen de fuentes de la metrópoli, tienen un referente invaluable
1867: Un año antes del 10 de octubre el cable submarino tendido desde Key West hasta La Habana acababa de cerrar el circuito La Habana-Cayo Hueso-Nueva York-Londres-París-Madrid. Cuba se convertía en el primer país de América Latina comunicado instantáneamente con el Viejo Mundo. El cable trasatlántico, controlado por la Western Union, fue instrumento de penetración norteamericana y dominio del mercado azucarero cubano. Desde el 23 de septiembre de 1867 comenzaron a publicarse diariamente en La Habana «telegramas especiales recibidos por el cable submarino y dirigidos a la prensa asociada».
Cada mañana los grandes comerciantes se enteraban de las cotizaciones de las bolsas de Londres y Nueva York. En el Palacio de los Capitanes Generales se recibían los mensajes en clave, dando órdenes, como si de pronto la metrópoli se hubiera establecido directamente en La Habana. La velocidad de la comunicación fue imprimiendo un nuevo ritmo a la vida colonial.
Y los cubanos empezaban a acostumbrarse a las noticias desinformantes de la agencia ap, posteriormente manipuladas y censuradas por el gobierno colonial. El cable transmitía una versión de los sucesos, que se publicaba o no se publicaba. Fue al comienzo del otoño caliente de 1868 cuando llegó la noticia de una sublevación en Lares, Puerto Rico, el 23 de septiembre. No se publicó.
1868: Llegó la noticia sobre la revolución de España, la reina depuesta y su cruce de la frontera con Francia, el 30 de septiembre. El triunfo de la revolución en España estaba muy ligado al propio triunfo de la sacocracia reformista cubana que, con el General Domingo Dulce, Marqués de Castell-Floriti, se había declarado «española». No se publicó.
Llegó a La Habana la noticia transmitida por el telégrafo local, de una revolución iniciada en el ingenio La Demajagua, en la región oriental de Cuba, el 10 de octubre de ese propio año: 1868. Tampoco se publicó.
Ese día el abogado Carlos Manuel de Céspedes iniciaba la guerra por la independencia de Cuba, les daba la libertad a los esclavos del ingenio La Demajagua –de su propiedad– e invitaba a estos, como hombres libres, a luchar por la libertad de Cuba. Otros hacendados, más ricos que él, como Francisco Vicente Aguilera, siguieron su ejemplo.
Fue inédito respecto a otras luchas por la independencia en nuestro continente que un propietario de esclavos los liberara e iniciara la contienda contra la metrópoli, brazo a brazo con los que fueron sus siervos. La gran noticia tampoco se publicó, aunque la recogió el cable, al igual que las anteriores.
Ese día se había iniciado la Guerra de los Diez Años, una revolución que en distintas etapas cimeras cumple ahora 150 años.
Aquel largo y extraordinario hecho de la historia de Cuba, iniciado por Céspedes el 10 de octubre de 1868, se registró en grabados y dibujos referidos a la epopeya a lo largo de una década y aunque casi todos provienen de fuentes de la metrópoli, tienen un referente invaluable. Son estos los que conforman la obra Iconografía de la Guerra de los Diez Años, que acaba de publicar la editorial Boloña, de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
En esta obra hay testimonios más que elocuentes, como por ejemplo la gráfica del equipo transmisor de los cables, un dibujo de la variedad de machetes, arma de trabajo de los esclavos recién liberados, que lo sería también de combate en las guerras del 68 y la del 95 preparada por José Martí, de quien se recoge el mejor retrato (escrito) de la guerra del 68.
Escribió José Martí al respecto:
«(…) la desigualdad tremenda con que estaba constituida la sociedad cubana, necesitó de una convulsión para poner en condición de vida común los elementos deformes y contradictorios que la componían. Tanta era la desigualdad, que el primer sacudimiento no bastó para echar a tierra el edificio abominable y levantar la casa nueva con las ruinas».
(Tomado de Granma digital)