Por: Mary Luz Borrego
Manuel Piti Fajardo, el oficial de más alta graduación del Ejército Rebelde muerto en la lucha contra bandidos, un 29 de noviembre de 1960, no es espirituano de nacimiento, pero su muerte lo asoció para siempre a esta tierra, donde se venera no solo su nombre sino su obra revolucionaria, inmensa para una partida tan pronta.
Según los apuntes recopilados en el Museo Nacional de la Lucha Contra Bandidos, el héroe nació en Manzanillo el 8 de noviembre de 1930, en la casa de Luz Caballero No 207, donde recibió el apoyo, la educación, la guía y el amor de su madre Francisca Rivero Arocha, Panchita, educada en los principios de la honestidad y la dedicación al trabajo.
En una entrevista guardada en esa institución histórica la madre cuenta la anécdota del apodo que lo acompañó siempre: “Mi hermana Enma era una muchacha muy graciosa y ocurrente, fue de las primeras maestras normalistas (…). En la escuela de ella había un muchacho al que le decían Pitinti mi gallo y cuando nació mi hijo dijo: ‘Pero si está aquí Pitinti mi gallo’. Y le decíamos Pitinti hasta que se fue acortando y se le quedó Piti”.
Inteligente, noble y con espíritu justiciero, el joven fue creciendo rodeado de la familia y los amigos pobres, con quienes jugaba los deportes de siempre: la pelota, quimbumbia o las bolas. También practicaba ciclismo y natación, pero cada noche se la dedicaba al estudio, junto a su madre, la primera cubana de piel negra graduada de Medicina —considerada entonces una ciencia impropia para las mujeres—, y quién alcanzó gran prestigio en Manzanillo con el título popular de “Médico de los pobres”.
Joven inquieto, pero maduro, y más bien de pequeña estatura, con apenas 17 años ya se conmovía por los agravios a la patria: junto a su madre se incorporó al rechazo popular por el ultraje a la simbólica Campana de La Demajagua y recorrió la ciudad en protesta por el asesinato de Jesús Menéndez, el General de las cañas.
En los estudios siguió los pasos maternos y matriculó Medicina en la Universidad de La Habana, donde se vinculó a la juventud ortodoxa y a las manifestaciones estudiantiles de la época. En 1955, ya titulado, comenzó a ejercer en la clínica La Caridad, en la cual muchas veces consultaba gratuito, en el Hospital Civil de Manzanillo y hasta viajaba a Niquero los domingos para practicar cirugías hasta gratis.
De la mano de Celia Sánchez y el doctor René Vallejo se incorporó al Movimiento 26 de Julio y la clínica La Caridad se convirtió en una especie de hospital clandestino donde llegaban a sanar los soldados de la Sierra. Por los peligros que acechaban en el llano se unió a Fidel en las montañas, donde combatió lo mismo con el bisturí que con el fusil.
Con el triunfo revolucionario cumplió varias misiones militares y civiles hasta que el 7 de septiembre de 1960, en el Hotel Jagua, de Cienfuegos, Fidel lo presentaba como Jefe de operaciones en el Escambray, donde el 29 de noviembre de 1960 cayó en combate, mientras perseguía a unos contrarrevolucionarios por la carretera entre Trinidad y Cienfuegos.
(Tomado de Radio Sancti Spíritus digital)