Por: Juan Carlos Naranjo.
Fue el primero de octubre de 1967 cuando inició su apuesta por la conservación. Tanto apego le llevó al Archivo de Indias en España. De esa búsqueda extrajo un precepto que siempre defendió: las fechas de fundaciones de las primeras villas cubanas no se conocen con exactitud.
Hombre reflexivo y locuaz que no admitió pérdidas del legado patrimonial. Museo vivo fue siempre su terruño. Al palacio Brunet le devolvió el esplendor de antaño. A Trinidad le dio su primera Semana de Cultura y con ello la condición de Adelantada para Cuba en estas celebraciones.
Él quiso a la ciudad con el perfume de señoritas encopetadas, con el dulzor de la caña llegado desde el hoy llamado Valle de los Ingenios, en verdad un grupo de valles en los que florecieron las fábricas de azúcar.
En 1988 recibió con beneplácito la inscripción de la ciudad en la Lista del Patrimonio Mundial. La mayor recompensa a sus afanes restauradores. Sobre el tema dijo: “(Es) un orgullo tremendo, porque Trinidad se lo merece, y el Valle también, porque el Valle es el responsable económico de la existencia del Centro Histórico de Trinidad, (…) que tiene un valor tremendo…”
Motivos hay para tantos halagos. Primer presidente de la Comisión Municipal de Monumentos, Distinciones Por la Cultura Cubana y Raúl Gómez García, miembro honorífico de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), fue distinguido con el Escudo de la ciudad de Trinidad y recibió el Premio Único de las Artes.
Otros tantos agasajos quedan. Pero a Carlos Joaquín Zerquera y Fernández de Lara, quien fuera Historiador Oficial de Trinidad, se le recordará siempre como la persona que amaba a su ciudad y que a toda costa trató de preservarla. Se le recordará siempre como su eterno guardián.