Por: Joaquín Gómez Serra
Hace 11 años el arte milenario chino hizo su arribo a Sancti Spíritus. El Wushu y el Chikung de salud buscan su espacio en el centro de Cuba con un proyecto de sensibilidad y de canto a la vida a través del ejercicio físico de las artes marciales.
Guardado celosamente y venerado entre los inmigrantes chinos llegados a Cuba el siglo pasado, el kung fu irrumpió en el panorama nacional muchos años después, cuando el cine echó por tierra los antiguos cánones de hermetismo y mostró al mundo los filmes del joven actor Bruce Lee y su elegante y ritmática forma de combatir.
Desde entonces, para la afición local amante de las artes marciales, el kung fu constituyó un misterio que llegó a su más alta expresión con el filme Los 36 escalones del Templo de Shaolín, una de las tantas puertas que descubrieron para el universo el basamento armónico, filosófico y terapéutico de lo que hoy se conoce también como Wushu, conjunto de artes marciales chinas.
Roberto Javier Morales Torres, Vicepresidente de la Escuela Cubana de Wushu y Chikung de salud tiene entre sus ansias llevar este arte al municipio de Trinidad.
“Tras un pedido de varios practicantes de otras artes marciales de ese municipio vamos en busca de incentivar la práctica de este deporte en la Villa Patrimonio de la Humanidad, tierra donde el kárate tiene un fuerte arraigo a nivel de todo Sancti Spíritus.
“Nos reuniremos en el estadio Rolando Rodríguez con los representantes del INDER que dirige Miguel Ortega Naranjo, su director, y le pedimos a todas las organizaciones políticas y de masas su apoyo, porque Trinidad puede ser un plaza importante del wushu, sólo necesitamos un espacio para inserción de este arte chino.
Wushu significa arte marcial o arte militar, y define el conjunto de las artes marciales chinas. Antiguamente se conocía con el nombre de kung fu, que es una maestría, una propiedad de ser exitoso en cualquier tarea que uno realice.
Su proyección tiene cuatro vertientes principales: Tao Lu, que agrupa las manifestaciones competitivas modernas y tradicionales; San Shou, referida netamente al combate; la terapéutica y la cultural, con las danzas del León y del Dragón, ambas partes integrantes de las tradiciones chinas.
“El Wushu cubano le ha hecho aportes prácticos a la teoría china –continúa Roberto Javier Morales Torres, Vicepresidente de la Escuela Cubana en Sancti Spíritus-, y el ejemplo más vivo es la incorporación de los niños al Taiji-Quan, algo que en esa lejana nación solo hacen los adultos. Este es otro reto que llevamos a Trinidad, uno de los mayores enclaves del turismo en Cuba, que los niños se inserten a esta práctica, y que tengan un nuevo incentivo.
«Los niños logran mayor concentración para el estudio, y mejoran la disciplina, la vestimenta de este arte milenario es atractiva y les exigimos educación formal, estar correctamente vestidos y pelados, y se les enseña un concepto ético sobre la vida que después servirá para su desarrollo posterior.
«El lema Mi vida es un arma de la Revolución, encierra el basamento ideológico que conocen desde temprano y están conscientes de ello.
«Se practica Wushu por sus valores, jamás hemos insistido en su aspecto combativo, no es para agredir sino para asimilarlo como un método que potencie la salud. Por eso es una escuela, porque destacamos más el valor educativo que la defensa personal.
«El otro aspecto importante es el gusto de los cubanos por el mundo chino. El Wushu no solo se interpreta como un arte marcial de combate, sino como un elemento importante de la cultura, la educación y la salud. Esa será nuestra área en Trinidad, buscar vida en su población, atraer a los jóvenes y con nuestros ejercicios sanar el alma y el cuerpo», expresó finalmente Roberto Javier Morales Torres, Vicepresidente de la Escuela Cubana de Wushu y Chikung de salud en Sancti Spíritus.