¿Quién abastece al turismo? (I parte)

De este centro de beneficio, perteneciente a la Empresa Agroindustrial Ceballos, sale la mayor cantidad de los productos que se comercializan en el turismo. Foto: Ortelio González Martínez

Las resoluciones emitidas el 21 de octubre de 2013 por los ministerios de la Agricultura, Finanzas y Precios, y Turismo, flexibilizaron la comercialización directa de diferentes productos y servicios entre los establecimientos hoteleros y gastronómicos del sector turístico y las empresas estatales, todas las cooperativas agropecuarias, así como los agricultores pequeños, incluyendo los usufructuarios

Por: Ortelio González Martínez y Juan Antonio Borrego

«A esto no se le puede coger miedo. Hay que llevar los productos, aunque sea en una jaba», dijo Martincito –Martín Alonso Gómez, su nombre de inscripción–, de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) avileña Reinaldo Manen, cuando se enteró de que los guajiros podían comercializar de forma directa en la cayería norte de Ciego de Ávila y en otras instalaciones del turismo.

Le vino como anillo al dedo la entrada en vigor, el 21 de octubre de 2013, de las resoluciones emitidas por los ministerios de la Agricultura, Finanzas y Precios, y Turismo, que flexibilizaron la comercialización directa de diferentes productos y servicios entre los establecimientos hoteleros y gastronómicos del sector turístico y las empresas estatales, todas las cooperativas agropecuarias, así como los agricultores pequeños, incluyendo los usufructuarios.

Martincito sacó cuentas una, dos, tres… cien veces y llegó a la conclusión de que el turismo, catalogado por muchos como la locomotora de la economía cubana, también podía beneficiar el bolsillo particular y el de otros muchos guajiros de la provincia y del país, además de aliviarle al Estado la carga que significan las importaciones.

De esa manera se juntaron los primeros 20 campesinos de su CCS y de la vecina Orlando González y se lanzaron del otro lado del pedraplén, no solo con la mentalidad de ganar dinero, sino, también, con la de ayudar, «porque mucho podemos contribuir los guajiros y las empresas estatales a que disminuya el número de barcos que hay que pagar para abastecer los hoteles».

Algo similar emprendieron en las cercanías de Sancti Spíritus los campesinos de la CCS Alfredo Acosta, unos labriegos avispados que además de sembrar y guataquear la yuca han aprendido a pelarla y envasarla «con swing» para conquistar el mercado en las instalaciones de Islazul, ubicadas en la capital espirituana.

«El año pasado teníamos 24 toneladas en plan y logramos vender 27», comenta Idel Martínez Venegas, quien hasta hace poco se desempeñó como presidente de la organización campesina, cargo desde el cual impulsó la comercialización directa con el turismo, que si bien resulta más exigente –sobre todo si se hace sobre el lomo de una carreta y un tractor viejo–, también trae la recompensa de mejores dividendos para el bolsillo.

¿GUAJIROS EN LA TRASTIENDA?

Pero ni una golondrina hace verano ni Martincito, en Ciego de Ávila, ni los 14 «aventureros» de la Alfredo Acosta, en Sancti Spíritus, pueden resolver por sí solos los apremios que representa el abastecimiento de insumos al turismo en el país, un proyecto que camina «pasito a pasito», de acuerdo con varios especialistas interpelados por Granma, pero que no acaba de levantar vuelo al menos en estas dos provincias, ambas con economía eminentemente agropecuaria.

En Ciego de Ávila hoy día solo existen 21 contratos con el sector cooperativo y campesino, incluido uno con una CCS de ¡Mayabeque!, la Antonio Maceo, que cada martes, con precisión de reloj suizo, a las 6:30 de la mañana, toca las puertas del hotel Pullman Cayo Coco, luego de recorrer cientos de kilómetros.

No muy diferente es la realidad en la tierra del Yayabo, donde las cooperativas Paquito Rosales, de Sancti Spíritus; Cuba Nueva, de Cabaiguán; Julio Tápanes, de Yaguajay, y la susodicha Alfredo Acosta, de Taguasco, resultan rara avis a más de un quinquenio de haber sido aprobada la normativa que les abrió a los guajiros la trastienda de los hoteles.

«En otros tiempos llegamos a sumar como siete cooperativas, pero ahora las que tienen contratos son estas», admite Eidy Díaz Fernández, al frente de la esfera agroalimentaria en la anap provincial, quien pronostica la próxima incorporación de otras cuatro en la zona de Banao.

¿Por qué el sector cooperativo y campesino de la región ha dejado pasar de largo esta oportunidad? La interrogante pudiera ser el problema científico para una investigación que por ahora este equipo de trabajo no se ha propuesto emprender, pero a todas luces el asunto se relaciona con la lejanía de muchos polos, la competitividad que requiere una relación comercial de este tipo, el estado deplorable de la transportación en la mayoría de las bases productivas y hasta cierto componente sociológico emparentado con aquello de que «lo del guajiro es la tierra».

Consultados por separados, Yuliet López González, especialista de calidad en la delegación del Mintur, en Ciego de Ávila, y el equipo de dirección de la unidad empresarial de base (UEB) Frutas Selectas, en Sancti Spíritus, concuerdan en algo que para ellos no tiene discusión: en ambos territorios el grueso de la comercialización sigue en manos de empresas estatales que por mucho que se esfuerzan, tampoco logran saciar el apetito del turismo, aunque exista un sistema bien estructurado –puesto de mando incluido–, capaz de buscar las producciones donde estén.

SOBRE «AGUAS» TURBULENTAS

Vismar Hernández Guzmán, jefe de Compra del hotel Sol Cayo Coco (270 habitaciones), expresa que los principales alimentos del agro los reciben de la Agropecuaria La Cuba, la Agroindustrial Ceballos, Frutas Selectas y las CCS Reinaldo Manen y José Antonio Echeverría, con un abastecimiento estable y de calidad, «aunque por estos tiempos faltan la naranja, toronja, limón, zanahoria y cebolla».

Las cinco estrellas del encumbrado hotel Pullman tampoco se salvan de esta sequía de ofertas. Lo sufren Luis Armando González Fraser, subdirector general del hotel; también Ogilbe Espinosa Valdés, jefe de Compra, y Leonel Reyes Fuentes, reconocido chef de cocina, el último en dar la cara al cliente, el que sufre cuando algo falta o no tiene calidad.

«Queda mucho por hacer, sobre todo en la calidad de los lácteos y los cárnicos, porque las otras producciones, fundamentalmente las agrícolas, llegan en tiempo y en buen estado, sobre todo el plátano de La Cuba y lo que nos trae la CCS Antonio Maceo, de Mayabeque, que nos salvó el juego el fin de año pasado. Llegaron justo en el momento en que no había otros productos agrícolas», precisa Leonel.

CAYO COCO CLONADO EN TRINIDAD

Los problemas de desabastecimiento e inestabilidad de la cayería norte avileña aparecen como clonados en la costa sur cubana, lo mismo en el Iberostar Trinidad, Las Cuevas, el Ancón, el Costa Sur o el Trinidad del Mar, que en la floreciente red de hostales (1 617), paladares (97) y cafeterías (339).

La carencia de ensaladas y frutales en determinadas épocas del año, los baches de la Bucanero y Los Portales y las deudas de la industria láctea son reconocidos por proveedores, hostaleros, gerentes y, sobre todo, por los propios turistas que concurren a uno de los polos más pintorescos del país.

«El Lácteo es el proveedor que más dolores de cabeza nos crea», le dijo a Granma Alberto Ramos Amador, subdelegado del Mintur en Sancti Spíritus: «Ellos producen el Frescal que es un buen queso, pero en nuestros hoteles la mayoría hoy son importados, no producen la mantequilla en minidosis y el formato del yogurt no siempre es el ideal».

Río Zaza reconoce sus carencias y se defiende con un argumento filosófico: «También ocurre que la temporada alta del turismo llega junto con la temporada baja de la leche y viceversa, hemos venido preparándonos, pero podemos hacer mucho más porque el turista no entiende de eso», razona Maidelyn Fardales Sandamil, gestora de Ventas en divisa en la entidad.

Según la propia fuente, la empresa espirituana no solo produce el mejor queso crema del país, el Nela, único por su tecnología hot packing (empaque en caliente); también elabora otras variedades de tipo fundido, fresco y semiduro, yogurt, mantequilla, helado y leche entera en polvo; mantiene un contenedor y oficinas en Trinidad para responder a cualquier contingencia y está trabajando por mejorar la presentación de algunas de sus ofertas.

Con estas fortalezas, el Lácteo muy bien podría conquistar el polo trinitario e incluso otros más «poderosos» donde ganar consumidores y reputación, un lance mucho menos temerario que aquel arrebato inicial de Martincito, cuando pensó en llegar a los cayos del norte avileño con sus productos en una jaba aunque lo tuvieran por loco. (Granma.cu)