Padre, amigo siempre

La primera celebración del Día de los Padres en Cuba tuvo lugar el 19 de junio de 1938 por iniciativa de la escritora y artista Dulce María Borrero.

Cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre

Alguien que vivió y escribió a sus antojos, a punto de convertir el realismo en mágico, señaló: “Cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre”.

Alguien que ha vivido poco más de medio siglo y que escribe para ganarse el pan y para reencontrarse con sus lectores y ayudar a construir su país, acuña letra a letra esa frase del hijo del telegrafista de Aracataca, el colombiano Gabriel García Márquez.

Los seres de este mundo, que inventamos celebrar días para todo: de la Tierra, del Agua, de Lucha contra la Desertificación…, también les reservamos en el almanaque uno para los padres. Y está bien que así sea.

Pero, lo lógico, a mi modo de ver, es que todos los días fueran para todo. Solo de ese modo se haría justicia a los padres y a las madres, incluso a los hijos e hijas, quienes únicamente cuando se curten con los años y se vuelven padres y madres llegan a comprender el tono, a veces duro y seco de papá en algún momento recóndito de la adolescencia.

Otro grande, que no perteneció solo a su tiempo, el inglés que eternizó a Romeo y a Julieta, William Shakespeare, escribía para todos los siglos: “Es propio de un padre sabio conocer a su hijo”. Largo es ese aprendizaje, porque cuando uno cree conocer a su prole, cualquiera de ellos te saca algo debajo de la manga en este viaje por la vida.

Severo a veces, tolerante otras, el padre nunca dejará de ser maestro, sí realmente quiere ser padre. Jamás se las sabrá todas, pero carga con la sabiduría que dejan los años, las caídas y las levantadas.

“El hacer del padre por su hijo es hacer por sí mismo”, lo dijo otro maestro, Miguel de Cervantes, el que inventó a Don Quijote para colmar de sabias locuras este mundo, que nadie imaginaría sin los padres. (Escambray)