Por: Enrique Ojito Linares
Julio de 1999. Sala del Pleno del antiguo Tribunal Supremo de Justicia, hoy Palacio de la Revolución, en La Habana. Frente a Bartolo Romero Rojas, vestidos de impecable toga negra los jueces de la Sala Segunda de lo Civil y lo Administrativo, del Tribunal Provincial Popular, que sientan al Gobierno de Estados Unidos en el banquillo de los acusados, que financió y promovió la creación de bandas terroristas en el país.
Este espirituano viene a atestiguar sobre un crimen que lleva atragantado entre pecho y espalda, cometido contra su familia el 2 de julio de 1962 por la banda de Julio Emilio Carretero en San José de Altamira, Escambray adentro.
—¿Dónde está el Peliblanco?, vociferó uno de los bandidos al irrumpir en la vivienda aquella noche.
Ya fuera de la casa, entre patadas y culatazos…
—Sí, chico, yo soy Eustaquio Polo Romero y que viva Fidel Castro.
Ráfagas de disparos. Para rematar a Eustaquio, apodado el Peliblanco, le clavaron una bayoneta en el cuello. Cerca, acribillaron a quemarropa a José Pío Romero Rojas y a Ana, hermana de este.
A Pastora, la esposa de Pío, y a sus hijas Teodora y Paula, también las golpearon salvajemente. “(…) a mi papá se le vio salir la candela por la espalda”, testimoniaría esta última años después. Bartolo escapó por una ventana en busca de ayuda. De retorno a casa la mañana siguiente —según declaró a Escambray años atrás—, un vecino lo alertó: “Óyeme, tienes que ser fuerte”.
El catálogo sangriento de las bandas terroristas en Sancti Spíritus no solo incluyó el crimen de la familia Romero. El 5 de enero de 1961 fueron asesinados en Las Tinajitas, San Ambrosio, Trinidad, el maestro Conrado Benítez y el campesino Heliodoro Rodríguez (Erineo), y el 26 de noviembre de ese propio año el alfabetizador Manuel Ascunce y Pedro Lantigua en Limones Cantero, en el municipio trinitario.
Un día antes a este último hecho, ultimaron al campesino Ricardo Díaz Rodríguez en presencia de su esposa y sus tres pequeños hijos, en Trinidad. El 21 de julio, también de 1961, la banda de Carretero atacó la cooperativa Patricio Lumumba, en Magua, en el Escambray, y provocó la muerte de Fidel Claro Álvarez y su esposa María Caridad Luis Perera e hirió a dos niños.
El 8 de enero de 1963, otro grupo terroristas mató a dos personas y le causó heridas al niño Teodoro Ramos en la finca El Corojal, en Manaca Iznaga; en tanto, el 21 de julio del propio año una banda asesinó a Fidel Navarro Mora y a su hijo Rubén Navarro Jaime en la finca El Güije, Río Ay, en Trinidad.
Entre 1959 y 1965 operaron en Cuba 299 bandas contrarrevolucionarias (totalizaron más de 4 300 alzados), respaldadas desde los campamentos de la CIA en la Florida y la Base Naval de Guantánamo. La Revolución, bajo el liderazgo del Comandante en Jefe Fidel Castro, aniquiló en julio en 1965 dichas agrupaciones aun alto costo en vidas: 618 combatientes y milicianos murieron en los enfrentamientos, han suscrito fuentes del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado. Esas heridas están aún abiertas en la memoria de la nación. (Tomado de Radio Sancti Spíritus)