Las 1 063 aldeas universitarias, (Ambientes Locales para el Desarrollo Educativo Socialista) han visto pasar por sus aulas a 118 000 profesores voluntarios para ilustrar a más de un 1 300 000 estudiantes de cualquier origen y tendencia política. La matrícula actual es de 98 000 alumnos
Por: Enrique Milanés León
Caracas.—A sus 74 años, Yolanda Margarita Arrieta acaba de culminar la licenciatura en Gestión Ambiental. De niña quería ser veterinaria, pero cuenta que en su país de origen —Colombia— la educación es cara, así que se quedó en cuarto año de bachillerato. Pasó el tiempo, echó raíces en Venezuela, y cuando Hugo Chávez llamó a la continuidad de estudios, la ¿anciana? se inscribió en la Misión Ribas, se graduó y emprendió, en la etapa en que muchos se rinden, los caminos universitarios desde otra misión: la Sucre.
«No, ya no tenía esperanzas de graduarme, y me lo propuse aunque en mi casa no estaban de acuerdo. Tú sabes que a veces los hijos son egoístas; ahora me dicen ¡bueno, mamá, pa’lante!», admite emocionada.
Recientemente, esta egresada especial fue invitada a un taller en el Ministerio del Poder Popular para el Ambiente. Al llegar a casa, sus muchachos volvieron a la carga: «¿No te cansas de estudiar?». Y Yolanda que no, que aun con sus problemas en las piernas, ella seguirá aprendiendo.
FIDEL Y CHÁVEZ, GENIOS POR LA EDUCACIÓN
Por caminos similares al de Yolanda, medio millón de venezolanos se han hecho profesionales en 15 años, de modo que no debe escribirse un reportaje sin dialogar con Libertad Velasco, la joven presidenta de la Fundación Misión Sucre, esa herramienta de la Revolución Bolivariana para invitar a las aulas a los bachilleres que hallaron, en la exclusión de otras «repúblicas», muros a sus sueños.
«Misión Sucre está en el balance de sus 15 años de fundada por Chávez y Fidel. En la genialidad creativa de ambos, Fidel le dice a Chávez que tiene que hacer un apostolado y consagrarse a causas grandes con el pueblo como voluntario porque en el modelo privatizador de la educación y la salud no estaba la solución de Venezuela. Así crean las misiones», explica la presidenta.
Además de estudiantes y profesores, la idea requería espacios no convencionales que concretarían en la base una Revolución académica tan justa y Bolivariana como la mayor que la creó. «Fundamos las aldeas universitarias, figura municipalizada que no es un área remota sino un acrónimo: Ambientes Locales para el Desarrollo Educativo Socialista», agrega.
Cuando se hicieron los censos para ubicar alumnos y profesores aparecieron, en un solo fin de semana, ¡460 000 interesados! Al cabo, Venezuela dispone de 1 063 aldeas que en tres lustros han visto pasar por sus aulas a 118 000 profesores voluntarios para ilustrar a más de un 1 300 000 estudiantes de cualquier origen y tendencia política. La matrícula actual es de 98 000 alumnos.
«¿Qué universidad del mundo ha graduado a medio millón de personas en tan corto tiempo, con docentes que no cobran por ello? ¡Ese es el primer hito!», pregunta Libertad.
–¿Cómo aporta Cuba a la marcha de esta idea?
—«La Misión de Educación Superior cubana ha sido clave en la comprensión de cómo la masificación y la territorialidad representan calidad educativa para Venezuela. Con asesoría cubana hemos abandonado la mirada preciosista y concebido la gestión del conocimiento en función del territorio».
«En Venezuela —agrega—, la universidad tradicional no está acostumbrada a mirar a la comunidad, mientras en Cuba es inaceptable que no se coloque la educación al servicio del entorno. Es un aprendizaje compartido en la relación de la universidad Venezuela-Cuba».
– ¿Qué importancia le ve al papel que Chávez y Fidel daban a la educación como pilar de los procesos revolucionarios?
—«Fidel es muy claro en que sin educación no hay continuidad de la Revolución, y Chávez miraba la educación como una responsabilidad de las bases populares. Los dos veían en la educación la oportunidad no solo de salvar el mundo sino de garantizar la permanencia de los procesos revolucionarios. Fidel siempre supo que el primer recurso estratégico de Venezuela no era el petróleo, sino su pueblo, y alertó de que solo un pueblo educado podía liberarse. Esa impronta está presente en todas las misiones».
CUBANOS DE SUCRE
Luis Massagué Martínez, el coordinador nacional de la Sucre por nuestra Misión de Educación Superior en Venezuela, comparte la pasión de Libertad Velasco. «Una vez resuelto el residual de medio millón de bachilleres sin cupo universitario, ahora los asesores cubanos trabajamos con las coordinaciones estaduales para conducir el ingreso de quienes no han llegado a la universidad por diversas situaciones», explica el académico.
En las aldeas, estos colaboradores de la misión del MES, que en el caso de la Sucre suman 36, preparan las estructuras de dirección y la vocería estudiantil y garantizan la superación del personal docente venezolano.
Massagué comenta la importancia central de las aldeas: «El proceso chavista necesita formar una fuerza docente científica, académica, preparada para enfrentar los desafíos del país. A partir del éxodo que ha tenido la población profesoral a causa de la agresión externa, a Venezuela le urge la formación académica y docente. La coyuntura política demanda, para dirigir los procesos políticos y administrativos, esa fuerza capacitada, y la Misión Sucre responde como punta de lanza universitaria de la Revolución Bolivariana».
LA BELLEZA DEL SABER
En la capitalina parroquia La Vega, del municipio Libertador, Siveria Castro es la coordinadora de la Aldea Universitaria Socialista Pedro Fontes, la misma que graduó a Yolanda Margarita Arrieta. «En estos momentos tenemos 299 estudiantes; de ellos, 64 para actos de grado en el 2020 y 36 lo harán en julio y agosto próximos. Sumamos 235 egresados desde el 2012 hasta el 2018 en los programas nacionales de formación de administración, construcción civil, informática, educación y actividad física y salud», refiere.
La aldea ha recibido estudiantes desde 17 hasta 82 años. Residentes en comunidades cercanas, y a menudo de procedencia humilde, los alumnos, tanto como la Misión Sucre, ponen a prueba su decisión frente a una guerra imperial que ha reducido la matrícula de la Sucre. «Muchas veces hacemos cajitas de ahorro para proveer de pasaje a quien no tenga recursos. Conversamos con ellos y llegamos a acuerdos para que las situaciones económicas no los lleve a abandonar», amplía la coordinadora.
Siveria sugiere perseverancia y el reportero tiene que recordar la charla con Yolanda Margarita Arrieta, la graduada que, a sus 74, se molesta cuando encuentra a alguien más joven que no quiere estudiar.
«¡Soy una universitaria, pues! Aunque un hijo me pregunta qué haré con el diploma, yo siento que soy profesional, una licenciada. Le dije que espero comenzar una maestría y quién sabe si un doctorado», declara orgullosa.
– ¿Qué pueden hacer los ancianos venezolanos por su país?
—«¡Mucho! Si todos nos uniéramos y trabajáramos por lo menos la tierra, haríamos una gran ventaja para la alimentación. Pero igual en otras ramas. Yo no tengo límite: también soy modista, trabajé en la agricultura, andaba en camiones pa’rriba y pa’bajo en las montañas, y aquí estoy».
En efecto, ahí está. El periodista cubano, que apenas tiene un título y una profesión, no puede menos que admirar a esta mujer que agradece al Comandante Chávez —«por abrir las puertas a la tercera edad»— y percatarse de que ella, que hace muuuchooos años fue reina de un carnaval colombiano, ha mostrado en Venezuela su belleza mayor: la del espíritu cultivado.
(Tomado de Ganma)